Los primeros días en Chicago
Cuando el joven Al Capone llegó a Chicago, empezó en lo más bajo del escalafón. Trabajador entusiasta, pronto demostró su valía y se convirtió en la mano derecha del mafioso Johnny Torrio, a quien había conocido en Nueva York. Torrio se convirtió en el padrino del Outfit tras el asesinato de Big Jim Colosimo, en el que se sospechaba que estaba implicado Al Capone, y ahora está al frente de un negocio que funciona a toda máquina. Sus actividades delictivas le reportan unos 10 millones de dólares al año. El núcleo de las actividades ilícitas del Outfit cambió cuando entró en vigor la Ley Seca en enero de 1920. El alcohol se convirtió en el centro de un vasto mercado clandestino, cuyo consumo sólo era posible a través del contrabando. Para las organizaciones criminales fue una bendición. Los gángsters se están enriqueciendo aún más que antes. El tráfico de alcohol es un negocio muy lucrativo para el Outfit, que controla el South Side de Chicago. Torrio intentó extender su dominio al norte y a la Costa Dorada, entonces en manos de la North Side Gang, la mafia irlandesa dirigida por Dean O'Banion. En 1925, un tiroteo de los hombres de Dean O'Banion tuvo como objetivo a Johnny Torrio, que escapó por poco de la muerte. Herido, decidió retirarse a Italia y nombró a su sucesor: Al Capone, de veintiséis años, se vio propulsado a las más altas esferas de la Mafia.
Scarface, el terrible jefe del Outfit
Su corta edad no impidió en absoluto que Al Capone fuera un líder carismático, temido por sus hombres y más aún por sus rivales, a los que no dudaba en hacer masacrar. Reinaba sobre los bares clandestinos, la industria del juego y los burdeles de Chicago. "Caracortada", como le apodaban por las cicatrices de su rostro, aparecía regularmente en los titulares. Durante su reinado, los atracos y los ajustes de cuentas eran habituales. Cada vez que se producía un tiroteo, ocurría lo mismo: a los testigos les invadía una amnesia tan repentina como incurable. Al Capone compra el silencio de cualquiera que pueda hacerle daño. De los 105 millones de dólares que gana anualmente con sus actividades delictivas, 30 millones se destinan sólo a corrupción. Periodistas, policías, políticos, incluido el alcalde de Chicago, William "Big Bill" Thompson, todos comían de su mano. Al instaurar la corrupción organizada de las autoridades locales, Al Capone gobernó casi toda la ciudad y se convirtió en intocable. Entre ejecución y ejecución, aparecía en óperas, acontecimientos deportivos y clubes de jazz, incluido el Green Mill, donde se le reservaba un asiento. Sabiendo que era un objetivo para las bandas rivales, Al Capone nunca salía sin sus guardaespaldas, ni siquiera cuando visitaba a su barbero en el hotel Blackstone. Su Cadillac blindado puede alcanzar los 175 kilómetros por hora y está equipado con sirenas de policía, lo que le permite huir en cuanto se siente en peligro. Cuando la Tommy Gun se convierte en la norma, la guerra entre bandas se vuelve aún más violenta. Un sonido espeluznante retumbó en las calles de Chicago: "Rat-a-tat-tat". Se oyó la mañana del 14 de febrero de 1930, cuando los hombres de Al Capone disfrazados de policías irrumpieron en un garaje y mataron a tiros a siete miembros de la North Side Gang. Este sangriento suceso, en el que se dispararon cinco mil balas, se conoció como la Masacre de San Valentín. El tiroteo sacó a la luz la violencia de Al Capone. Para la opinión pública, que hasta entonces le había sido bastante favorable, fue demasiado. Las bandas rivales firmaron contratos para su muerte. Mientras esperaba a que las cosas se calmaran, Al Capone decidió buscar refugio. El lugar más seguro para él era la cárcel, así que orquestó su propia detención por llevar una pistola durante un viaje a Filadelfia. Fue condenado a nueve meses de prisión, durante los cuales siguió dirigiendo sus negocios desde la Eastern State Penitentiary.
La caída de Al Capone
En el momento de su liberación, cuando la Gran Depresión azotaba Estados Unidos, Al Capone era más poderoso que nunca. En 1930, el FBI le nombró Enemigo Público Número 1. Nos gustaría verle a dos metros bajo tierra o entre rejas, pero las pruebas para acabar con él son cruelmente escasas. A falta de pruebas y testigos, Al Capone no pudo ser procesado, ni siquiera por sus crímenes más notorios. Para poner fin a su reinado de terror, el presidente Hoover puso en marcha varias medidas. En primer lugar, se formó un equipo de expertos dirigido por Eliot Ness para hacer frente a la corrupción rampante en el cuerpo de policía. Estos hombres rechazaron las repetidas ofertas de Al Capone para comprar su pasividad, lo que les valió el apodo de "Incorruptibles" en la prensa. Sus constantes redadas en las destilerías y almacenes de Al Capone desestabilizaron su negocio clandestino. Entre bastidores, otra acción era llevada a cabo por un agente especial de Hacienda federal. En 1927, el Tribunal Supremo dictaminó que los ingresos procedentes del contrabando de alcohol estaban sujetos a impuestos. Esta medida permitió al gobierno acumular pruebas contra gánsteres hasta entonces intocables. Así cayó Al Capone, acusado en junio de 1931 de veintiún cargos de evasión fiscal y violación de las leyes de la Prohibición. El padrino del Outfit hizo todo lo que estuvo en su mano para mantener el control de los acontecimientos; engrasó todas las piernas posibles, incluidas las de los miembros del jurado. En el último momento, sin embargo, el juez decide cambiar el jurado por uno de otro caso. El veredicto estaba decidido: Al Capone era condenado a once años de prisión. Fue enviado a la prisión de Atlanta y luego, en 1934, a Alcatraz, donde ya no podía manejar sus asuntos. Como su salud se deterioraba debido a la sífilis, salió de la cárcel al cabo de ocho años, y murió de insuficiencia cardiaca en 1947. Sus cenizas están enterradas en Hillside, un suburbio del oeste de Chicago. En cuanto al Outfit, ni la detención de su padrino ni el fin de la Ley Seca provocaron su caída. Frank Nitti, uno de los lugartenientes de Al Capone, tomó las riendas de la organización, que se diversificó y siguió operando en la sombra.
Hoy en día, varias agencias ofrecen visitas guiadas disfrazadas para revivir esta época y visitar los escenarios del crimen organizado, como Untouchable Tours - Gangster Tours.