CITY CENTER

Santa Cruz es una hermosa ciudad colonial, particularmente preservada y limpia, que puede ser visitada paseando por sus estrechas calles bordeadas de coloridas casas. La ciudad es muy pequeña, por lo que se puede caminar fácilmente por ella. El encanto de la calle O'Daly, que lleva el nombre de un comerciante irlandés de plátanos, no deja a nadie indiferente. Esta larga calle pavimentada y peatonal está animada por la mañana y se vacía a la hora de la siesta. Los palacios y las casas nobles, que se pueden ver casi en todas partes, datan en su mayoría de los siglos XVII y XVIII, y muchas iglesias del siglo XVI salpican la ciudad. Los callejones pavimentados y las casas con techo de tejas completan el cuadro. Las residencias más bellas están situadas a la orilla del mar en la Avenida Marítima, algunas de las cuales son más notables, con fachadas amarillas, rosadas, azules u ocres, y siempre con característicos balcones de pino. La Plaza España es de gran belleza y da a una espléndida casa con balcón acristalado, la fachada porticada de estilo renacentista del Ayuntamiento del siglo XVI, sin olvidar la Iglesia de El Salvador, de principios del siglo XVI, que acoge cada 5 años a la Virgen de las Nieves.

En el medio. Partiendo de la Avenida Marítima, se puede comenzar la visita admirando las coloridas casas y sus hermosos balcones. Suba por la calle O'Daly y la calle Pérez de Brito, que formaba la calle Real y conecta el puerto con la Alameda (jardín), donde se encuentra el Museo Naval, alojado en una réplica de una carabela de Cristóbal Colón. En el paseo marítimo, una serie de coloridas casas antiguas con balcones típicos forman uno de los conjuntos más bellos de la ciudad. También puede subir a pie por la Avenida del Puente, visitar el mercado y descubrir el barrio de Santo Domingo.

Al norte de la ciudad, la iglesia de Santo Domingo domina una gran plaza. El convento vecino alberga ahora un colegio. Con vistas al puerto, en la pequeña plaza de Nuestra Señora de la Luz, descubra la conmovedora iglesia de San Telmo, patrón de los pescadores. Fechada en 1550 y reconstruida en 1675, tiene una fachada con balcón y un notable retablo barroco. Siguiendo la calle Nuestra Señora de la Luz, llegamos a la Plaza de San Sebastián, a la sombra de una gran palmera, donde se encuentra la iglesia del mismo nombre del siglo XVI. Atravesar el barranco de las Nieves, el barrio de la Encarnación, para descubrir a su paso el castillo de la Virgen, que aún conserva los cañones que sirvieron para defender la ciudad. Desde la explanada, disfrute de la hermosa vista de la nave de Colón y la Plaza de la Alameda. Continuando, un poco más arriba, encontramos la Plaza de la Encarnación, un verdadero remanso de paz, y la iglesia del mismo nombre.

En el paseo marítimo, al norte de la ciudad, el Castillo de Santa Catalina o Castillo Real, también del siglo XVI, formó parte de las fortificaciones que protegían a la ciudad de los ataques de los piratas, especialmente los franceses. No muy lejos, en la Plaza de la Alameda, al borde del barranco de las Nieves, se encuentra una glorieta que alberga un bar-heladería. Al final de la plaza, delante de la estatua de un enano, personaje tradicional del carnaval, se puede ver un extraño velero con vientre: es la nave de la Virgen, una reproducción a tamaño real de la carabela de Cristóbal Colón, la Santa María. Esta alberga el museo naval. Continuando, tendremos una hermosa vista de la ciudad desde el mirador de La Concepción, más allá de La Cuesta.