Qué ver y hacer Cajamarca

Esta simbólica plaza, donde tuvo lugar el encuentro entre Atahualpa y Pizarro, seguido de la cobarde ejecución del primero, es sin embargo una de las más armoniosas del país. En aquella época, esta plaza era un monumento fortificado de 400 metros de largo y 200 de ancho y una estructura similar a una fortaleza llamada Ushnu. Desde aquí se inició el camino entre la ciudad de Cajamarca y Baños del Inca. Hoy en día, bordeada de iglesias, casas coloniales y una pequeña fuente de piedra del siglo XVIII, desprende una elegancia tranquila y apacible.

El complejo del siglo XVIII está formado por la Iglesia de Belén y los antiguos hospitales de hombres y mujeres. La iglesia es singular, su fachada está trabajada en forma de retablo compuesto por tres secciones. Sus techos, pintados con figuras policromadas, muestran querubines especialmente curiosos. En la parte más alta, sobre una cornisa ondulada, hay tres esculturas que representan las tres virtudes teologales: la fe, en el centro, con los ojos vendados y sosteniendo un cáliz; la esperanza, a la izquierda, simbolizada por el ancla; y finalmente la caridad, a la derecha, con un niño en brazos.

El hospital de hombres, construido en el siglo XVIII, con gruesos muros de piedra y techo abovedado, está rodeado de pequeños nichos en los que los pacientes esperaban para recibir la extremaunción. Una reconstrucción de la posición de los pacientes los muestra de cara al altar para seguir la celebración de la misa. En la actualidad, el hospital alberga un museo de medicina. En las salas situadas a la derecha de la entrada hay una galería de arte dedicada al pintor Andrés Zevallos.

Finalmente, se entra en el hospital de mujeres, al otro lado de la calle, a través de una pesada puerta de piedra tallada al estilo mestizo, cuyo dintel sostenido por dos cariátides de cuatro pechos es un signo de fecundidad. En su interior, el Museo Etnológico exhibe objetos representativos de las culturas preincaicas, como estas tres momias infantiles. Las paredes aún muestran restos de la pintura policromada que las cubría.

La celda donde estuvo recluido Atahualpa, una habitación que tuvo que llenar una vez con oro y dos veces con plata para recuperar su libertad, es el único vestigio inca en Cajamarca. Obsérvese el pulido y ajuste de las piedras y la línea trazada en la pared a la altura del brazo levantado del Inca. El rescate tardó nueve meses en cobrarse y no fue suficiente para salvar al Inca. El lugar es conmovedor, pero muy pequeño. La visita es anecdótica, pero llena de historia, por lo que hay que ir, sobre todo porque se incluye con el interesantísimo y completo Conjunto Monumental de Belén.