2024

«LA FOLIE DU BARON ROGER»

Residencias a visitar

Le sorprenderá la estatura y la nobleza de este edificio, ya decrépito, que recuerda el esplendor de un imperio caído. Se dice que el barón Jacques-François Roger, primer gobernador civil de Senegal (1822-1827), que también construyó la iglesia de Gorea y la catedral de Saint Louis, alzó este castillo en medio de la selva para deleitar los hermosos ojos de una bella mujer senegalesa, Yacine Yérim Diaw, con quien contrajo matrimonio. La residencia se terminó hacia 1827.

El barón pasaba los fines de semana con su mujer en esta residencia, que recuerda a las folies, pequeños palacetes del siglo XVIII. Es necesario entonces imaginar los fines de semana del barón en esta residencia perdida en la vegetación, construida en una isla de La Taouey. Cerca, solamente había un pequeño pueblo que se llamaba Talel; aparte de eso, tiempo y silencio.

El barón Jacques Roger se asocia a la política de desarrollo agrícola de la colonia y a su jardinero, Richard, que dio su nombre a la ciudad; Richard Toll significa «los campos de Richard»). Se trataba entonces de compensar las dificultades vinculadas a la abolición de la esclavitud a golpe de pico. El gobernador Schmalz inició el movimiento, negociando concesiones agrarias con el brack, el rey de Walo en 1819. Al no sentirse apoyado cuando actuaba como fiscal interino del rey, el barón regresó a Francia por un tiempo. A su regreso a Senegal en 1822, asumió el cargo de gobernador. El rey le pidió entonces ayuda, porque las poblaciones locales temían las incursiones de los mauritanos que cruzaban el río para capturar a los senegaleses y venderlos como esclavos. Un puesto de guardia con vistas al río fue instalado en la parte superior del castillo. Los habitantes de Saint Louis que vivían de la caza y la pesca convertidos en agricultores y aquellos que vinieron para la ocasión... Todo este pequeño mundo se concentró primero en el cultivo de patatas, viñas y olivos; luego, tras un amargo fracaso, de algodón, gusanos de seda y cochinillas.

En 1824, nació la Sociedad Agrícola de Walo, que adquirió nuevas tierras, quedándose con alrededor de mil doscientas hectáreas. Enfermo, a finales de 1826, el barón abandonó la colonia con su sentido del deber cumplido y Richard Toll se estableció como núcleo del esfuerzo agrario. Sus sucesores, Gerbidon, Jebelin y luego Brou redujeron las cifras de producción y liquidaron la empresa del barón Roger. Faidherbe decidió entregar el edificio a las monjas, que lo convirtieron en iglesia; después, en 1960, la folie se convirtió en escuela y, más tarde, en oficinas.

Hoy en día, el antiguo edificio colonial, catalogado como uno de los monumentos históricos más importantes del país, parece extrañar a los visitantes, detrás de sus altas murallas y sus amplios ventanales, solo contemplados por unas pocas cabras y otros tantos cerdos. Del esplendor del pasado no se puede ver casi nada, pues el castillo se reduce a sus propias murallas de color amarillo pálido. Podrá ver poleas en el dormitorio que se usaban para sacudir un enorme abanico de hojas de coco... Durante varios años, se han puesto sobre la mesa proyectos de rehabilitación, pero el que fue antaño un majestuoso edificio no ha recuperado aún sus colores.

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