Se dice que el gigante Gargantúa, al pasar, molesto por la arena en su zapato, la vació en la llanura, dando origen a esta curiosa colina. También se dice que, hace cinco siglos, la esposa del señor de Rochechinard abandonó a su hijo deforme en el bosque al nacer. Un guardia del castillo lo salvó y la guarnición lo crió y lo llamó Fifrelin porque tocaba muy bien el pífano. La indigna madre recibió la orden de su confesor de retirarse del mundo, lo que hizo refugiándose en el pasaje subterráneo que une el castillo de Rochechinard con el de Hostun. No es de extrañar que Hostun albergue un sitio encantador con el Mundo de los Duendes...

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