ADOLIVE, EL CAMPO DE LOS PRADOS FLORIDOS

El Domaine des Prés Fleuris de L'Escarène organiza en verano veladas dedicadas al jazz y a la lectura bajo los olivos.

"Es un árbol inspirador. Te sientes pequeño a su lado". Jacqueline Bellino ha encontrado la serenidad entre sus olivos, 400 árboles de la variedad cailletier, 150 de los cuales son centenarios y uno, milenario, que alcanza una circunferencia de 7 m (su favorito). Fue en los años 70 cuando la mujer de Niza aspiró a volver a la tierra. Exiliada en las colinas, a 20 km de la capital de la Costa Azul, empezó a cultivar aceitunas y fue una de las primeras del departamento en optar por la agricultura ecológica, aunque ello supusiera "parecer una loca". Cultivados sin riego ("para una mayor concentración de polifenoles"), los olivos bajan de terraza en terraza y están rodeados de margaritas, amapolas o hierba silvestre según la temporada. De ahí el nombre de la finca "Prés Fleuris"", sonríe Jacqueline Bellino, que encuentra en este entorno rural una fuente perpetua de inspiración: ya ha publicado varios libros y poemarios con el mítico árbol como hilo conductor... "El cultivo de aceitunas es un trabajo físico pero que permite tener tiempo para meditar. Una vocación para esta abuela de 12 nietos cuya vida parece estar guiada por el azar de sus encuentros en torno al olivo. "Este árbol es un vínculo entre las personas", continúa. Acoge a los huéspedes en su finca con su marido Gilles Gallois, y en los meses de verano organiza veladas dedicadas al jazz y a la lectura bajo los olivos...