Este restaurante chino tiene el mérito de estar instalado en el corazón de una arteria bien conocida por todos los que vienen de las compras. Atrapado entre dos tiendas de ropa, el lugar es bien conocido de los Roelais, ya que hay más de 15 años. Puedes detenerte para elegir en la gran vitrina un plato para llevar a casa o decidir desayunar eligiendo uno de los menús propuestos. Los productos son muy clásicos con entradas vendidas en la habitación: brochetas de pollo salce soja caramelo, cangrejo, samoussa porcina y camarón. Los platos también son muy tradicionales. Los imprescindibles de la cocina china (arroz cantonés, cerdo con caramelo, buey con cebolla, fideos con pollo…). Al mostrarse razonable sobre las proporciones, la factura no será muy elevada.
La première fois que je suis passé devant, par un après-midi de farniente, le propriétaire et la boutique m'ont fait l'effet d'un tableau d'Edward Hoper, et cette impression d'art m'est immédiatement venue à l'esprit.
La deuxième fois que je suis passé par là, j'ai pris un repas au restaurant. La nourriture était délicieuse.
C'est la vie contemporaine, je pense.