Un sorprendente museo de la trucha vasca, donde la naturaleza y la cría responsable se combinan para producir un producto excepcional.
En las montañas vascas, lejos de cualquier centro de vida, Michel Goicoechea ha conseguido crear este espacio, pero también atraer a un público exigente. En el museo, donde verá todas las etapas de la evolución de una trucha, desde el alevín hasta el adulto, un acuario alimentado con agua de manantial. Una reconstrucción exacta comentada mediante un vídeo que revelará los secretos de este éxito: la limitación del número total de truchas, el uso de agua de manantial únicamente, sin oxigenación artificial. Comida, agua y tiempo: ¡la base de un producto de calidad! Un sitio sorprendente con un recorrido seductor, con, al final, una vista mágica de la piscifactoría a través de ventanales, en el corazón de la naturaleza virgen. Por último, un vídeo completo desde la eclosión hasta el ahumado en la gran sala habilitada para ello y la historia del valle, para recordar que fue Jean-Baptiste Goicoechea quien decidió instalar aquí una piscifactoría de truchas. La granja de acuicultura utiliza la piel de las truchas de Banka para la confección de artículos de cuero, y ha asumido el reto de desarrollar la trucha de forma 100% eco-responsable. Combinando el saber hacer ancestral con el proceso innovador de un especialista en el curtido de pieles preciosas, las pieles de pescado se transforman en llaveros, carteras, cinturones, pulseras, bolsos, bolsas, etc. "Para la elaboración de estos productos, utilizamos nuestros mejores ejemplares, de entre 5 y 7 kg, destinados a la producción de filetes de trucha ahumada", afirma la empresa.
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Las truchas buenísimas!!!.
El entorno y el paisaje, una maravilla!!!.
Merece la pena visitarlo.