AVENUE GUSTAVE DRON
Sea cual sea el extremo por el que decidan ponerse a su disposición, la Avenida Gustave Dron ofrece en todas partes riquezas patrimoniales que no se pueden perder. En el cruce con la calle de Havré, la avenida se abre a un increíble edificio con aspecto de auténtica nave almirante. Son los Arcades. Construidas entre 1930 y 1932, son el símbolo de la renovación de la ciudad que se moderniza. Su hermoso polícromo de ladrillo, hormigón y cerámica enajenado con tonos azules, da al conjunto un aspecto grandioso. Siguiendo su marcha, recorre la antigua plaza de la ciudad. Construido en 1935, es un magnífico ejemplo de Art Decó. Destaca, en particular, la tipografía elegida para las inscripciones en la fachada, típica de este estilo. El ladrillo responde a la piedra y crea un juego de colores que da vida a la fachada. Un poco más lejos, en la acera opuesta reina sin duda una de las villas más bonitas de Tourcoing. Esta casa, de inspiración Art Nouveau, en 1906, por Charles Burguois impresiona por la riqueza de los colores y formas que visten su fachada. Las formas triangulares responden a los arcos de círculo, mientras que los tonos verde y amarillo se casan para dar grandeza y luminosidad al conjunto. Finalmente, al final de la Avenida, en la Plaza Sémard, se encuentra la estación de Tourcoing. Construido en 1905 por Sidney Dunnett, el arquitecto de la estación de Roubaix, la bonita estación es una mezcla de estilo renacentista y modernidad. Los pabellones laterales de ladrillos enmarcan la parte central hecha de hierro y de cristal. Una arquitectura que recuerda a la de su vecina rumana. Recorriendo una sola avenida, habrá podido ver muchos estilos diferentes y edificios sorprendentes, símbolos de una ciudad cuya riqueza se ignora muy a menudo.