La casa es austera. Nos encontramos ante la antigua rectoría del pueblo de Monteils, un pequeño cartel discreto anuncia los menús. Se levanta la cabeza y el reloj solar encima de la puerta nos dice que "la vida es demasiado corta para ser pequeña". Intuitivamente, se siente que se va a pasar un gran momento. Hay que golpear la puerta, y Françoise Burariès nos abre con una sonrisa. Machinalmente, se le tiende la mano, tenemos la impresión de venir a comer al habitante. El trato de Françoise es acogedor, con una sorprendente sencillez. Su marido Bernard prepara el piano en la cocina, y estamos tentados de dejarle el total control de nuestro plato, ya que este aficionado de jazz es un virtuoso, subliller el territorio y las estaciones. Recuerda la decoración algo anticuada, los suelos y los techos de época. La evidencia está en el plato, todo es armonioso, desde el ojo hasta la papille pasando por la nariz. En efecto, un gran momento, a un precio realmente dulce, a probar en verano en la fresca terraza que da a la Lère. La mejor dirección que conocemos.
Opiniones de los miembros sobre LE CLOS MONTEILS
(Avis d'origine)
What a fantastic find. Lovely food, great service.
Il n’y a pas d’extravagance ou d’excentricité : que de la justesse. Des gouts précis, des associations savoureuses, raffinées et des découvertes permanentes.
Si la gastronomie est un art et si l’art est un langage qui, par la connaissance, sa poésie, son esthétique provoque des émotions alors Bernard Bordaries est un très grand artiste.
La gentillesse d une fée
Et dans l assiette un parfum de paradis
Encore bravo et un grand merci, on reviendra pour une nouvelle expérience gustative.
Gisèle et Gérard