LE CHAUDRON
En este caldero, no hay más que buenos platos que miden, también hay un hotel familiar donde se puede sentar. Las habitaciones son claras y limpias, sin florituras, ofrecen un confort agradable y son ideales si buscas una fórmula que incluye alojamiento y restauración. El ambiente como en casa es el pequeño más de este lugar realmente simpático en el que, pensionistas o no, se regalan los buitres de las mesas bien guardadas. Jean-Claude, el chef, no tiene lo mismo para volver al día de las especialidades como la cabeza de ternera salsa de ternera, el cochinillo asado o su célebre sesos de cordero, que los adeptos vienen de lejos para saborearla. A imagen de los menús, los postres caseros son excelentes y nos encontramos con encantadores pasteles de sémola, poco a la carta. Si se abren tres salas, te aconsejamos la de las plantas en las que un pequeño aire mexicano se invierte con tintas que colgan bóvedas de ladrillo y sus mesas de madera barnizada. Servicio rápido en menos de 30 minutos si está previsto: ¡qué más, sabiendo que la sonrisa está incluida!
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