Una bonita decoración zen roja y negra, espacios de estilo simpático (en el fondo), un confort muy aceptable, te sentirás muy cómodo. Las paredes negras destacan una pintura japonesa en relieve y los helados con dos personajes de trajes. La carta propone una gran cantidad de menús (más de treinta) que se componen, en su mayoría, de sopa miso, crudez (col sazonada, ligeramente dulce) y según su elección, yakitoris, sashipuestos, makis o combinaciones de estos platos. Es el menú tempura el que distingue este restaurante de estos vecinos. También se ofrecen menús para dos. Hay muchos menús, pero no hay carta. Se nos ofreció el aperitivo y luego hubo un montón de espera entre cada plato, pero era bueno. Se ve, detrás de su mostrador, que el chef no dispara, todo hace tiempo, así que lleva tiempo y hay que tenerlo en mente eligiendo este restaurante. En cuanto al vino, existe el mínimo sindical, en nuestra opinión, las dos cervezas, Kirin y Asahi. Platos de calidad.
Rien à redire sur la fraîcheur des produits, les portions sont plutôt généreuses.
Ils s’adaptent aux contraintes horaires (commande pour 18h00 en ouvrant à 19h00)