Terraza restaurante para un viaje por la historia con nuevos sabores
Sorprendente parada la que ofrece esta antigua estación de Uzès que conectaba Remoulins con Alès. La gente no se ha olvidado de ella pues se convirtió en un restaurante donde, en verano, la gente come en los andenes. ¡No se preocupe, ya no pasa el tren! Desde su renovación, el edificio disfruta de grandes vidrieras y una terraza orientada hacia la vegetación que ha crecido entre las vías. En correspondencia con la fábrica de Haribo, el chef Silvère Vivien vincula su cocina con una multitud de sabores naturales. A base de verduras frescas y productos regionales, las mezclas son atrevidas: carpacho con queso de cabra y espinacas frescas y chorizo a la miel de Vers o tartar de buey aromático de la Petite Gare, helado de wasabi, por no mencionar el dúo bizcocho caliente de chocolate y corazón de caramelo con flor de sal, helado de pétalos de rosa. Un viaje al corazón de la historia impregnado de nuevos sabores, originales, con múltiples aromas. Este restaurante-estación se merece el viaje de verdad.
Service :
Service inexistant qui enchaine les erreurs de tables.
1h d’attente avant le premier plat
Pas d’eau servi à table naturellement
Pas de set de table en extérieur.
Cuisine :
Pas de délicatesse d’accueil pour un menu néanmoins à 36€. (Pas d’amuse bouche pour l’heure d’attente)
Cuisine radine, qui manque de goût.
Le foie gras du velouté n’est pas du tout mis en valeur ni visuelle ni au niveau du goût.
Pièce de viande sans accompagnement descent (5 lamelles de pomme de terre et une carottes )
Vin de mauvaise qualité
Dessert :
Mousse au chocolat fait à l’avance avec sa glace déjà fondue.
Tarte fade
Repas se finissant sur une erreur d’addition. Faites attention celle-ci peut être gonflée pensez à revérifier !
Dommage le lieu est sympa. Il mérite mieux