Las piedras de tamaño en la pared, un mostrador de crepes en la sala, luces tamizadas incluso durante el día, sidra en bolet, no hay duda de estar en una crêía bretona, excepto que aquí estamos en Nimes en un establecimiento del sur, abierto desde hace más de veinte años. Una veintena de tortas de comida se disputan el rayo salado. Las denominaciones locales están en la parte superior del cartel. La Provenzale (huevo mojado, ratatulla, camembert), Nîmoise (brandade, queso queso, huevo, limón), la Super Nîmoise (brandade, antaño, roquefort) se distinguen así como la Española (chorizo, patatas, nata, queso), el Vaquero (filete picado, huevo, tomate, cebolla, queso grueso) o la forestal (huevo mojado, jamón crudo, champiñones sartén con ajo). Roborativas, esos crepes de la calle Fresque rellenarían a cualquier ogro. Falta un poco de fineza. También es original el mapa de crepes dulces, como la serie de Subtiles (chamallows, almendras, chocolate, nuez de coco, subida coñac) o Super Gourmandes (frangipane, pera, helado, chantilly). Estómago frágil se abstiene.
(Avis d'origine)
Un lloc acollidor per fer una gallette de brandada de bacallà (típica de Nimes) i una crepe de llimona o Nutella. Servei molt amable, no arribis tard o no podràs menjar.