LA JACOBINE
Jacobine no lleva un nombre elegido al azar. Este restaurante-salón de té hace de hecho un homenaje permanente a la Revolución Francesa recorriendo sus paredes de cuadros que representan al pueblo hambriento o a los grandes nombres de aquella época, como Marat, por citar sólo él, lo que era necesario porque la imprenta en la que estaba redactando El Amigo del Pueblo se elevaba en esa época, muy cerca del Odéon. Un auténtico cliché parisino que gusta mucho a los visitantes: este salón de té muy a la vista no tiene nada de malo. Aprovechen su oportunidad, no lamentarán el desplazamiento. La selección de pasteles es muy amplia: crumble con frutos rojos, base de chocolate, pasteles, scones… Todo esto se puede degustar con un delicioso chocolate azteca, especialidad de la casa o un té, por supuesto. El salón de té también ofrece platos caseros auténticos. Un delicio indispensable si visita la capital.