Abadías monasterios y conventos Escocia

Fundado en el siglo ^XIII en una isla del lago de Menteith, el Priorato de Inchmahome es accesible mediante un pequeño transbordador desde el pueblo de Port of Menteith. La travesía está incluida en el billete, que permite visitar este lugar histórico por el que han pasado el rey Robert the Bruce y María Reina de Escocia. Hoy parcialmente en ruinas, conserva cierto encanto gracias a su ubicación y a las piedras talladas en la sala capitular. Merece la pena pasear por este remanso de paz y descubrir sus secretos.

Fundada en 1138 por David I, la Abadía de Jedburgh es una de las cuatro grandes abadías construidas en las Fronteras en la Edad Media. También es una de las mejor conservadas y su influencia fue tal que poseía hasta veinte iglesias en los alrededores. Su ubicación cerca de la frontera, sin embargo, no le trajo suerte y fue un objetivo primordial durante los muchos conflictos con Inglaterra, como las guerras de independencia. Todavía apreciamos la calidad de su arquitectura románica y gótica a pesar de los daños del tiempo.

Apodada la Iona de Oriente, esta abadía está situada en una isla del estuario del Forth. La Abadía de Inchcolm fue fundada como un priorato en 1215 por David I, pero Alejandro I, antes que él, ya había soñado con construir allí un lugar de culto después de haberse refugiado en él durante una tormenta. Sorprendentemente bien conservado, es uno de los edificios monásticos mejor conservados de Escocia. Entre los objetos notables se encuentran una lápida jorobada que data del siglo X, un magnífico fresco de una procesión funeraria y una sala capitular octogonal (1200), así como notables mamparas de piedra. El claustro es el más completo de su clase en Escocia, creando una atmósfera conmovedora y propicia para la meditación. Entre los siglos XIV y XVI, las incursiones inglesas fueron numerosas durante las diversas guerras anglo-escocesas. En 1560, la Reforma puso fin a su actividad religiosa, pero el sitio permaneció ocupado, particularmente militarmente. La isla también es famosa por su vida salvaje, focas y colmillos de la Primera y Segunda Guerra Mundial

Una de las vistas más hermosas es probablemente la que se obtiene desde el agua, cuando el barco atraca.

Información práctica: La Abadía de Inchcolm puede visitarse en ferry desde South Queensferry. Dos compañías sirven a la isla y ofrecen cruceros, con o sin escala en la isla: Forth Boat Tours y Maid of the Forth. Cuente una excursión de 3 horas por unas 15 libras esterlinas por adulto, más el coste de la visita al lugar. Hay visitas guiadas disponibles, así como un concurso para hacerlo más divertido.

Fundada en 1150, la Abadía de Dryburgh no alcanzó los niveles de riqueza de sus vecinos, Melrose, Kelso y Jedburgh. Sin embargo, estaba igual de abrumada por las guerras. En 1322, cuando el ejército del Rey Eduardo II se retiró al sur, los soldados le prendieron fuego. Fue uno de los tres incendios de su historia. Sigue siendo una ruina encantadora. El claustro y algunas de las paredes pintadas han sobrevivido admirablemente a través de los tiempos, pero quizás la principal atracción es la tumba de Sir Walter Scott, que yace aquí no lejos de su suntuoso hogar.

Fundada en 1136 por monjes cistercienses, la Abadía de Melrose fue fuertemente dañada por las tropas inglesas de Ricardo II en 1385. Luego fue completamente reconstruida y la mayoría de los restos visibles datan de este período. Afuera, algunas de las esculturas son muy sorprendentes, como el duende cocinero y un cerdo tocando la gaita. Dentro, varios reyes escoceses están enterrados, como Alejandro II. Sobre todo, contiene el corazón de Robert el Bruce, lo que lo convierte en un importante lugar de peregrinación en el país.

Sacada de la tierra en 1128, la Abadía de Kelso fue una de las más ricas del país durante la Edad Media. Su estilo románico era de gran calidad y tenía muchas iglesias, escuelas y granjas en las colinas de Cheviot. Desafortunadamente, las incursiones del rey inglés Enrique VIII le causaron muchos daños en la década de 1540, cuando se anuló la unión de su hijo con la joven María Estuardo. Aunque sólo queda una parte de su antigua gloria, todavía se puede disfrutar de su arquitectura única y su claustro.