Un parque nacional emblemático en la isla

Entre las zonas protegidas de Jamaica figura uno de los parques más emblemáticos de la isla: el Parque Nacional de las Montañas Azules. Protege la cordillera homónima, uno de los picos más altos del Caribe, con 2.256 metros. El parque, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, está repleto de selva tropical de montaña y ocupa el 4,5% de la superficie de la isla. Alberga una biodiversidad notable y bien conservada, ya que el terreno, muy accidentado, no permite la habitación humana ni una agricultura razonable en su centro, aparte de la del café más caro del mundo, entre los mejores, pero a pequeña escala. Hay algunas pequeñas granjas rasta, pero las verdaderas plantaciones de caña de azúcar que producen ron se encuentran en las estribaciones del macizo, por encima de la costa.

La presión humana sobre la naturaleza

Las actividades humanas que benefician a la zona (turismo, minería, agricultura intensiva, pesca) contribuyen al cambio de uso del suelo, la destrucción y contaminación de los entornos naturales y la pérdida de biodiversidad. Para hacer frente a esta situación, desde finales de los años ochenta se están tomando medidas. Los programas de restauración de los entornos naturales, como la reforestación o la regeneración de los arrecifes de coral, han ido acompañados de iniciativas de sensibilización de las poblaciones locales. En Jamaica, la contaminación por mercurio está vinculada principalmente a la extracción de bauxita. Esta actividad minera tiene un gran impacto medioambiental y sanitario en las personas que utilizan el agua contaminada.

El problema generalizado de los residuos

Según un estudio de 2024, Jamaica genera unas 52.000 toneladas de residuos de vidrio y 248.000 toneladas de residuos plásticos al año, gran parte de ellos procedentes de la industria turística. Ahora, gracias a la estrecha colaboración con los principales complejos turísticos (auténticos colosos del turismo), Destination Zero Waste Jamaica ha creado una eficaz red de recogida de vidrio y plástico. Sin embargo, las instalaciones de recogida y tratamiento siguen siendo insuficientes en las ciudades jamaicanas (los vertederos están saturados). Se calcula que una cuarta parte de todos los residuos producidos acaba en el medio natural (calles, ríos, el barranco cercano al puerto de Kingston), con el océano como salida final, y los consiguientes impactos ambientales y sanitarios. La prevalencia de plásticos en estos residuos contribuye a la contaminación por plásticos de los océanos. En respuesta, se han tomado medidas en la isla, como la prohibición del plástico de un solo uso, que se está aplicando en varias fases de 2019 a 2021. También se están aplicando programas cofinanciados por donantes internacionales para reducir los residuos en origen, en particular a través de la economía circular. Un ejemplo es una iniciativa creada en Rae Town en 2019 en torno al enfoque de las "4R" (Reutilizar, Reusar, Reducir, Reciclar). El objetivo es facilitar el reciclaje del plástico, animando a los residentes a clasificar sus residuos, recogerlos por separado, fabricar objetos de plástico reciclado y luego venderlos en beneficio de la comunidad. Se anima a las empresas públicas a reducir el plástico en origen, y se han instalado puntos de recogida en uno de los supermercados del país, recompensando a los residentes por cada kilo de residuos plásticos que entreguen. También se ha puesto en marcha un proyecto para crear un sistema completo de gestión de residuos domésticos: recogida previa, recogida, tratamiento, reciclaje o eliminación de residuos similares a los domésticos.

La invasión del sargazo en las playas

La isla se enfrenta periódicamente a la llegada de sargazos a la costa. La proliferación de esta alga parda tiene repercusiones económicas directas para la zona (principalmente actividades balnearias y pesca). Pero también tiene repercusiones medioambientales (alteración de la biodiversidad local) y riesgos para la salud de las personas expuestas (emisión de gases tóxicos). Se cree que este fenómeno está relacionado con la agricultura intensiva en la Amazonia. La deforestación masiva y el uso intensivo de fertilizantes - fosfatos y nitratos - provocan la lixiviación del suelo, y los efluentes acaban en el río y luego en el océano, donde crean condiciones favorables para el desarrollo del sargazo. Las corrientes transportan las algas hasta el mar Caribe. También se cree que las nieblas de arena del Sáhara contribuyen al desplazamiento del sargazo. El calentamiento global podría significar que estas nieblas de arena se produzcan con mayor frecuencia. El Massachusetts Institute of Technology (MIT) colabora actualmente con el Global Centre for Tourism Resilience and Crisis Management (GTRCM) para estudiar la mejor manera de prevenir los varamientos de Sargassum. También existe un sistema de vigilancia: www.sargassummonitoring.com. No obstante, los hoteles están limpiando intensamente sus playas en cuanto llegan las algas pardas por la mañana, para garantizar que las hermosas playas de Jamaica sigan atrayendo a los turistas.

Una isla frágil ante el cambio climático

Jamaica es especialmente vulnerable al cambio climático. Podría provocar una mayor intensidad y frecuencia de fenómenos extremos, en un país expuesto a numerosos riesgos naturales (ciclones, huracanes, terremotos, tsunamis). También podría perturbar los ecosistemas marinos, debilitar las poblaciones de peces y agravar la subida del nivel del mar, amenazando las zonas costeras donde se concentra la población. También podría aumentar la prevalencia de enfermedades transmitidas por vectores (chikungunya, zika, dengue), con condiciones propicias para el desarrollo de los mosquitos aedes. Ante la urgente necesidad de proteger el medio ambiente, Jamaica está tomando la iniciativa en materia de cambio climático. Jamaica participa en el Programa Piloto Regional del Caribe para la Resiliencia Climática (que propone acciones financiadas por el Fondo Verde para el Clima). Pero también alimenta paradojas, como han señalado activistas medioambientales, entre ellos Youth for Climate. Aunque los discursos del Primer Ministro celebran constantemente la posición del país como líder climático, los hechos a veces contradicen estas afirmaciones. Por ejemplo, el Gobierno ha dado luz verde a la construcción de un vasto complejo hotelero de lujo, cuyas primeras paladas han destruido manglares, ecosistemas protectores y reservas de biodiversidad.