Una población ecléctica

Deshabitado antes de su descubrimiento en 1471, el archipiélago de Santo Tomé y Príncipe se pobló progresivamente con la llegada de los portugueses, que fueron los primeros hombres en pisar estas tierras salvajes. Sucesivamente trajeron esclavos, formados por judíos obligados a exiliarse por la Inquisición y presidiarios, y luego trabajadores forzados (los serviçais) de las colonias portuguesas (Angola, Cabo Verde y Mozambique). Mientras tanto, el mestizaje se convirtió en algo habitual. Hacia 1515, las esposas concubinas de los europeos y los hijos nacidos de estas uniones mixtas fueron oficialmente "libres". Formaron entonces la comunidad de filhos da terra o forros, con identidad y estatus social propios. En cuanto al grupo de los angolares, son descendientes de esclavos náufragos de Angola que llegaron a las costas de Santo Tomé. A diferencia de otros países africanos, en el archipiélago no existen grupos étnicos propiamente dichos, sino poblaciones cuyos orígenes socioculturales difieren según las distintas oleadas de inmigración que han llegado a la isla. En 1950, el archipiélago contaba con casi 61.000 habitantes, en su gran mayoría descendientes de esclavos, unos 4.000 mestizos y unos 1.100 europeos, principalmente portugueses. Desde entonces, la población se ha más que triplicado, estimándose en 223.000 los habitantes actuales. Los descendientes de los esclavos negros importados del continente deben representar alrededor del 88% de la población total, los mestizos en torno al 10% y los europeos el 2%. Entre los negros, no hay que olvidar a los fang, etnia de habla bantú traída del continente, ni a los numerosos trabajadores inmigrantes estacionales, procedentes sobre todo de las islas de Cabo Verde.

Una población joven y desfavorecida

La pirámide de edades revela la existencia de una población muy joven, con cerca del 45% de la población menor de 15 años. En 2020, la tasa de fecundidad por mujer es de 3,89, con una tasa de mortalidad infantil del 41,71 ‰. La esperanza de vida al nacer es de 65,16 años para los hombres y 67,79 para las mujeres. Sólo el 2,83% de la población tiene 65 años o más. Pequeño país con una alta tasa de analfabetismo en el momento de su independencia en 1975, Santo Tomé y Príncipe ha hecho de la educación una de sus prioridades desde hace varios años. En 2018, la tasa de alfabetización de los menores de 24 años era del 97%, una de las más altas de África. Sin embargo, el país sigue enfrentándose a grandes retos educativos, sobre todo en lo que respecta a la cualificación del profesorado, ya que más del 70 % de los maestros de primaria carecen de formación. Mientras que la tasa de escolarización alcanza el 94% en primaria, desciende drásticamente al 52% en secundaria y al 20% en la enseñanza superior. La gran mayoría de los jóvenes de las capitales de distrito, procedentes de familias con ingresos suficientes, tienen acceso a la enseñanza superior. El desempleo es especialmente elevado entre los menores de 35 años, que carecen claramente de cualificaciones. Aunque una ley prohíbe el trabajo infantil, no los protege plenamente, ya que los menores de entre 15 y 17 años pueden trabajar legalmente hasta 40 horas semanales, si los empleadores les permiten ir a la escuela. Además, no es infrecuente que los niños de corta edad se dediquen a actividades agrícolas y domésticas o al trabajo en la calle. El gobierno también se esfuerza por frenar la violencia contra los niños, pero los castigos corporales siguen siendo legales en el hogar.