Sitios arqueológicos artesanales científicos y técnicos para visitar Colombia

Antaño habitado por los guayaberos, guayanes y guayupes, el Cañón del Guejar se caracteriza por sus escarpadas paredes rocosas y sus impresionantes acantilados, creados por la erosión de la roca por las aguas del río Guejar. El río se precipita por el cañón formando majestuosas cascadas y piscinas naturales. A lo largo de milenios, estas singulares formaciones geológicas han forjado un paisaje de singular belleza natural. ¿Quiere descubrirlo? Elija el rafting para disfrutar de las vistas mientras recibe una buena dosis de adrenalina

El paraje de Charco Azul es a la vez un antiguo campamento guerrillero y un paraje natural virgen. Es especialmente conocido por haber sido un antiguo campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Sin embargo, desde la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC en 2016, la zona se ha abierto a los visitantes y se ha convertido en un popular destino turístico. Pero retrocedamos en la historia para entender mejor el funcionamiento de este sitio ahora icónico: en la década de 2000, hubo informes de que las FARC habían encontrado refugio y establecido campamentos en la región de Charco Azul. Estos campamentos a menudo servían de base para operaciones guerrilleras y almacenamiento de armas. Marcados por la vida comunitaria y la disciplina militar, los combatientes armados vivían en condiciones precarias, a menudo en refugios temporales construidos con materiales locales. Sus vidas se veían interrumpidas por operaciones militares, patrullas territoriales, entrenamiento de ataque y actividades de propaganda. En ese entorno, tenían que convivir con la selva, que no siempre era pacífica, y con condiciones climáticas extremas. A pesar de las condiciones hostiles, las FARC consiguieron mantener una presencia significativa en la región durante muchos años. A menudo recibían formación ideológica y política para reforzar su compromiso con la causa revolucionaria, por lo que el movimiento nunca se quedó sin reclutas. Desde entonces, las FARC firmaron un acuerdo de paz con el gobierno colombiano en 2016, poniendo fin a décadas de conflicto armado. En virtud del acuerdo, muchos miembros de las FARC se han desmovilizado y reintegrado en la sociedad colombiana, mientras que otros han participado en procesos de justicia y reconciliación. En la actualidad, la región se reconstruye lentamente tras años de conflicto, y el Charco Azul aún conserva vestigios de aquellos días: refugios rudimentarios, camas improvisadas, equipo militar... Es fácil darse cuenta de la estrecha cooperación que debió existir entre los miembros de la comunidad para garantizar su supervivencia y seguridad. No se pierda la visita al antiguo campamento Charco Azul también es famoso por su magnífica piscina natural y sus impresionantes cascadas: cascada La Honda, cascada El Escondido, cascada La Uva y cascada La Culebra con su piscina natural de agua turquesa.

Varias leyendas giran en torno a este suntuoso lugar, que se eleva a 675 m de altitud. Tras un breve paseo por el bosque, Francisco, el guardián del lugar, le introducirá en el rito guayupe de veneración de Iraima, divinidad suprema asociada a la creación, la fertilidad y la protección de la naturaleza. Con un arnés, asegurado por Francisco, podrá situarse en lo alto de la cascada, con los pies en el vacío... ¡la emoción está a flor de piel! Un momento de pura adrenalina y contemplación, donde podrá aprender más sobre las comunidades y la cosmogonía de los Guayupes.

Verdadera joya natural, el río Caño Unión discurre por una exuberante selva que ofrece escapadas inolvidables: los visitantes pueden disfrutar de agradables caminatas y baños salvavidas mientras admiran la sorprendente flora y fauna. Caño Unión es famoso por albergar una gran variedad de especies vegetales y animales, gracias a sus ricos y diversos ecosistemas. Aquí se pueden encontrar especies emblemáticas como el mono zocay, una especie en peligro de extinción con abundante pelaje rojizo y ocre.

Un vivero dirigido por una lugareña, Doña Ligia, que le ofrecerá una experiencia única en torno a las plantas aromáticas del paisaje cultural cafetero. Dispuesta a compartir el saber hacer de la región, con una herencia de varias generaciones, la propietaria le enseñará las plantas medicinales mientras prepara una degustación de infusiones naturales. Siéntese en el bonito y colorido patio, un espacio verde donde seguro que se cruzará con lugareños y otros viajeros encantados de charlar sobre los beneficios de las plantas.

A sólo 40 minutos de Trigana, se llega al enigmático "Bosque de los Gigantes". Reserve un día para realizar una excursión de 15 km y observar a los guardianes de la selva: conocidos aquí como Bolao o Macondo, estos árboles tienen cientos de años y su nombre científico es Cavanillesia platanifolia. A lo largo del sendero se pueden observar aves, monos y perezosos. Puedes bañarte bajo hermosas cascadas: ¡todo un lujo cuando caminas a 30°C de temperatura!

En el corazón de la selva del Darién, fácilmente accesible desde Trigana o San Francisco, la reserva natural de Sasardi protege por sí sola 60 hectáreas de bosque. Iniciada en 1988 por una joven de apenas 15 años llamada Betty, la reserva de Sasardi fue la creación colectiva de un pequeño grupo de una decena de familias que, gracias a la compra comunitaria, pudo prosperar hasta finales de los años noventa. Sin embargo, cuando la región fue ocupada por los paramilitares a principios de la década de 2000, varios administradores tuvieron que abandonar la reserva. Hoy, el proyecto ha resurgido de sus cenizas: verdadero movimiento de la sociedad civil, la reserva de Sasardi ha podido ganar terreno gracias a la compra de tierras privadas por particulares. ¿El objetivo? Conservar y proteger el ecosistema de la selva del Darién. En el corazón de la reserva se ha instalado un encantador campamento con instalaciones básicas pero funcionales. Hoy acoge a voluntarios, alberga un pequeño museo y ha conseguido implantar un uso responsable y sostenible de los recursos naturales. La exposición arqueológica muestra objetos hallados en la región que se remontan a las civilizaciones precolombinas (Cuevas y Cunas). En 2024, el equipo del parque arqueológico de Santa María La Antigua del Darién estudia la datación de estos artefactos. Los voluntarios trabajan unas 5 horas al día, 5 días a la semana, para llevar a cabo las actividades.

Julio vive a 15 minutos del Muelle de Playa Soledad, en su pisito de soltero tropical con vistas al mar. Es el principal productor de vino del Chocó, donde elabora su vino casero: desde Capurganá hasta Medellín, vende sus dulces caseros por toda la región. Adorable hombre de 70 años, estará encantado de recibirle para una degustación y un recorrido por su pequeña finca, sin pretensiones. Vive allí todo el año y, si le gusta el lugar, puede acampar en uno de sus pequeños rincones del paraíso entre los plataneros.

Pueblo Bello es un municipio predominantemente indígena situado a 1.200 m de altitud, con un clima agradable. Es la puerta de entrada al territorio arhuaco en la Sierra Nevada de Santa Marta. Su nombre hace honor a su fauna y flora, que se puede apreciar en el jardín botánico Buzintana, creado por la comunidad arhuaca. A Pueblo Bello se llega por una buena carretera en 1,5 horas en colectivo (unos $15.000 por persona). La excursión puede realizarse fácilmente en un día. Nabusimake, "el lugar donde nace el sol", está a 2,5 horas de viaje en jeep desde Pueblo Bello, a 1.800 m de altitud. El pueblo es el centro espiritual de los arhuacos. Es posible, e incluso aconsejable, pasar la noche en Nabusimake, en una de las casas tradicionales bahareques. Aquí verá las famosas mochilas arhuacas (bolsos tradicionales de color beige con dibujos marrones, grises y negros, hechos de lana de oveja, algodón y fique). En esta región montañosa se produce mucho café, y los paisajes son muy hermosos. Es más interesante y práctico visitar los pueblos indios con un guía local. En cualquier caso, debe hacerse siempre con el máximo respeto a las comunidades visitadas: no fotografiar a la gente sin su permiso, por ejemplo, o comprar artesanía producida localmente en lugar de hacer donaciones para no fomentar la mendicidad, especialmente entre los niños.