Los mejores restaurantes Colombia

Un lugar bien cuidado, con una pared verde, una fuente, sofás... Un ambiente tranquilo y bohemio, muy relajante, para complacer su paladar y su alma. Este café-restaurante ofrece un buen café de la finca ecológica de los propietarios, pero también té, cervezas, zumos y cocina internacional fresca (tailandesa, de Oriente Medio, colombiana), con platos bien presentados, la mayoría de ellos sin gluten, veganos y vegetarianos. Está de moda y, por tanto, es un poco caro, pero la calidad está ahí y el entorno ofrece un agradable descanso del calor de la ciudad.

Cocina delicada, incluyendo deliciosos risottos de marisco. El restaurante está dirigido por personal recién salido de la escuela de hostelería más reconocida del país. La cocina está impregnada de influencias extranjeras, especialmente japonesas. El objetivo del chef Diego Camacho es abolir todas las grasas: pruebe el pollo Shangai cocinado en su jugo de mandarina. Excelente relación calidad-precio y un entorno inmejorable en la terraza a los pies de la iglesia.

Bonita dirección francófona en Getsemaní. Gilles y Carolina ofrecen una cálida acogida en su colorido bistró, para una cocina francesa con toques colombianos, o todo lo contrario. Cocina casera con productos locales de calidad comprados cada día en el mercado. El menú no es muy largo, pero es apetitoso y cambia regularmente según los productos frescos. Una buena selección de desayunos también. Los precios son razonables. Carolina también ofrece talleres de cocina colombiana que tienen mucho éxito.

Un excelente restaurante de cocina colombiana contemporánea, que pone al día la riqueza gastronómica de las diferentes regiones de Colombia, especialmente del Pacífico y del Amazonas. La idea es mostrar la diversidad biológica, cultural y culinaria del país, con ingredientes de calidad, en su mayoría ecológicos, suministrados por comunidades rurales aisladas, con recetas redescubiertas o inventadas por el chef Eduardo Martínez, agrónomo de formación. ¿Mini-Mal? Por un mal menor a nuestra Madre Tierra.

Durante mucho tiempo, Altos de Yerbabuena acogió a sus huéspedes en su pequeño restaurante situado en la carretera del parque arqueológico. En 2022, el escenario cambió y se inauguró el albergue Masaya, bajo la soberbia maloka del albergue, al borde del cañón de la Magdalena. La cocina sigue siendo la misma, sana y sabrosa, con ingredientes frescos y ecológicos, y recetas de la región o de mucho más lejos. Los platos están bien presentados y tienen una buena relación calidad-precio. Un buen suministro de vino y un excelente café. Muy recomendable, tanto por el entorno como por la comida.

Una de las mejores experiencias gastronómicas del país. Rafael Buitrago es un maestro de la cocina que rinde un sublime homenaje a las tradiciones santanderinas. Junto a su equipo, el chef trabaja con el producto local y lo sublima a través de la técnica. En la cocina, una sinfonía, en el plato, poesía donde la asunción de riesgos es grande pero hipermasificada. Aquí, el queso de cabra está confitado y asado, la mantequilla de avellana aromatizada con salvia y nueces o con hormiga, y la remolacha ahumada. De postre, un emotivo homenaje a la abuela del Chef. Digno de una estrella Michelin.

Una buena alternativa a la cocina tradicional local. Fue creado por Chantal Guerin, una simpática chef suiza que vive en Popayán desde hace unos veinte años. La acogida es cálida y el servicio excelente. Chantal elabora sus propias sopas, salsas y pastas, utilizando sólo los ingredientes más frescos cultivados por los agricultores del Cauca. En el menú, pasta, lasaña, pizzas, carnes raras (¡por fin!), ¡y todo está bueno! Incluso hay fondue si te apetece.

En una decoración azul y blanca muy oceánica, este restaurante abierto en 2001 es el paraíso de los ceviches, pero también sirve deliciosas paellas, ensaladas y sándwiches vegetarianos. Entorno agradable muy agradable, con sala y terraza.

El restaurante está situado en un antiguo convento, con un patio cubierto de plantas y palmeras. ¡Una carta variada, una buena cocina: robalo con limón, camarones Olano, y el plato estrella:la Tentación de Zeus, compuesta por langosta, calamares con vino blanco y coñac pero también gambas y cangrejo con salsa de fruta de la pasión, pulpo al ajillo y arroz con coco! Didier, apasionado del jazz, no sólo alimenta sus papilas gustativas, sino también sus oídos durante conciertos de muy alto nivel. Por si fuera poco, su hijo Simón, cantante de ópera, viene a actuar de vez en cuando.

Frente a la antigua puerta lateral de la catedral (la "puerta falsa") hay un pequeño restaurante que, según dicen, es el más antiguo de Colombia. La familia que dirige el establecimiento desde su origen (1816) ha mantenido las auténticas recetas de los antepasados. Es famosa por su tamal, que se disfruta con chocolate caliente, o su almojábana de maíz amarillo y queso fresco, que se acompaña de un agua de panela. Si quiere un dulce, pruebe la Marquesa de Guanábana.Es un lugar pequeño e incómodo, pero es el corazón de la tradición santafereña

En un entorno rústico, un pequeño restaurante vegetariano con una sala y unas pocas mesas. Ofrece comida sana y sabrosa, preparada con alimentos orgánicos de pequeños productores colombianos. La filosofía del restaurante, que también es una tienda de comercio justo, es revalorizar cultivos ancestrales como la quinoa y el amaranto. La quinoa es uno de los granos andinos más nutritivos del mundo. En cuanto al amaranto, era venerado por los incas, que juraban poderes sobrenaturales a sus semillas, cuyo valor nutritivo es excepcional.

Como su nombre indica, esta cadena de bares y restaurantes con decoración rockera está especializada en hamburguesas, incluidas las vegetarianas, pero no sólo: sopas, especialidades mexicanas, ensaladas, arepas... Hay muchas direcciones en la ciudad, especialmente en Usaquén, Chapinero, La Macarena o en Candelaria. El restaurante del barrio del Chicó tiene una pequeña terraza con vistas al Parque de la 93 (difícil de encontrar para comer entre semana). Para los conciertos, consulte el programa en la página web.

En un decorado sobrecargado de objetos heterogéneos, este bar-restaurante muy acogedor es el lugar donde hay que estar al final de la semana para los habitantes de Leticia. Un clásico de la cocina amazónica, con platos bien presentados. Se dice que sirve el mejor pirarucú a la plancha de la región. Los intrépidos pueden probar la farofa de mojojoy ( harina de yuca con un gran gusano blanco de 3 o 4 cm de largo, todo frito), ¡es rica en proteínas! Buenos cócteles también, con música brasileña en vivo de vez en cuando. Servicio amable y profesional.

Un pequeño restaurante que trabaja directamente con productores locales, campesinos e indígenas, que utilizan métodos tradicionales: miel y quinua de Boyacá, pescado del Pacífico, palmito del Putumayo, alcachofas del Tábio (Cundinamarca), sal marina de La Guajira... La decoración es como la de un mercado, colorida y cálida, y la cocina colombiana es generosa, con productos muy frescos. Al fondo de la sala, una pequeña tienda de productos ecológicos y vino. Otro Abasto en Quinta Camacho (Chapinero).

Los sabores de la Pampa argentina en pleno Caribe. La carne es de muy alta calidad y está bien preparada (también hay pescado y marisco en el menú). Ambiente tango y gran selección de vinos argentinos y chilenos.

Los hoteles probablemente recomienden este restaurante, para aquellos a los que les guste el pescado y el marisco, aunque no es una cocina increíble en comparación con otros establecimientos más populares. El entorno, sin embargo, es muy agradable, con una terraza con vistas al Parque de los Novios, pero un poco alejado de las multitudes y el ruido de la Carrera 3. Jesús 'Chucho' Trujillo empezó vendiendo gambas en la calle. Ahora posee varios restaurantes en el país, en Santa Marta, Barranquilla y Bogotá.

Galardonado con el Toque d'Argent de Colombia, es extraoficialmente el mejor restaurante de Popayán. La comida es más cara que en otros sitios (aunque sigue siendo muy razonable si vienes con tus euros), pero también más refinada y se nota el esfuerzo en el servicio. Sin embargo, las críticas europeas son mixtas, excepto por la deliciosa carne de res que se cocina como se pide (poco hecha en Colombia), y el filete de trucha al estilo ceviche. La selección de vinos es más bien escasa. El entorno es bastante kitsch, con su suelo de parqué bien encerado y las lámparas de araña y los dorados en las paredes.

Un restaurante tradicional abierto hace más de un cuarto de siglo, muy apreciado por la burguesía cartaginesa. Es elegante y auténtico. Se cena con música cubana en un entorno que recuerda a las casas de madera de Luisiana. Es cierto que los precios de los platos son elevados, pero casi todo el mundo coincide en que es uno de los mejores restaurantes de la ciudad: el carpaccio de pulpo y las cigalas indonesias salteadas con curry, crema de coco y tamarindo son grandes momentos culinarios Se recomienda reservar.

Hermosa casa colonial, donde te sientes como si estuvieras cenando en el fondo del mar. Una exótica fusión de ingredientes para una de las mejores marisquerías de la ciudad. Se recomienda reservar, sobre todo los fines de semana, cuando llega la jetset colombiana. Juan tiene otros establecimientos en la plaza, que todos podemos recomendar: Mesa Peruana, con cocina nikkei, andina y criolla, y Pizzería Gourmet con pizzas por supuesto, nada mal, aunque no baratas.

Una excelente elección para desayunar, comer o cenar. Platos tradicionales del Boyacá y precios muy agradables.