Monumentos antiguos Turquía

La impresionante cabeza de Medusa con su cabellera de serpientes le dará la bienvenida. En su origen, decoraba el friso del templo; su hermana gemela se encuentra en la Cisterna Basílica de Estambul. El pozo sagrado se halla justo debajo. Los peregrinos que deseaban plantearle sus preguntas a la pitonisa pagaban en función de la naturaleza del problema y sacrificaban un animal a Apolo. Antes del sacrificio, los sacerdotes rociaban el animal con agua fría del pozo y, según su reacción, decidían si el dios deseaba responder a la pregunta formulada. A continuación, el peregrino entraba en el santuario a través de un bosque de 108 gigantescas columnas jónicas. Aunque solo tres de ellas han conservado su tamaño original, se puede imaginar el efecto que tenía este templo, que era uno de los tres más grandes del mundo helenístico (los otros dos son el de Artemisa en Éfeso y el de Hera en Samos). En él destaca la rica decoración de las bases de las columnas. Tras subir unos cuantos escalones, se desciende y se llega al pronaos, el vestíbulo del santuario donde el visitante formulaba su pregunta al sacerdote. Se conservan las paredes, pero originalmente el vestíbulo estaba cubierto con un sofisticado techo. El sacerdote, tras atravesar una sala y un pasillo, llegaba al adyton, un patio interior con una pequeña sala que albergaba la estatua de Apolo, y transmitía el mensaje a la pitonisa. Después de probar el agua del manantial sagrado, masticaba hojas de laurel y entraba en trance, balbuceando en una lengua a menudo confusa.