Calles plazas y barrios para visitar Muntenia

Este fue el escenario de un momento decisivo de la revolución de 1989. El 21 de diciembre, desde el balcón del Partido Comunista, Ceaușescu pronunció un discurso, el último. Interrumpido por las protestas de la multitud, huyó en helicóptero al día siguiente tras una noche de sangrienta represión. En el centro de la plaza, un monumento renacentista rinde homenaje a las víctimas. En una esquina también se pueden ver los restos de un hermoso edificio incendiado durante la revolución, que se supone albergaba a la Securitate. Renovado, se le ha añadido una torre de cristal.

Tranquilo y encantador, es uno de los barrios más bonitos de la ciudad, donde las calles ostentan los nombres de grandes médicos e investigadores. Es un lugar ideal para pasear, sobre todo por las calles Sfântul Elefterie, Joseph Lister y Romniceanu. Se trata de una zona residencial, sin tiendas, salvo algunas bonitas cafeterías, conformada por grandes mansiones construidas a partir de finales del siglo XIX en diversos estilos: neorrumano, neomorisco y art déco. Los plátanos que bordean las calles ofrecen una agradable sombra en verano.

Situado entre la plaza Unirii y el parque Cișmigiu, es el corazón histórico y el punto a partir del cual Bucarest empezó a desarrollarse. Alrededor de la corte principesca, de la que solo quedan ruinas, este distrito atrajo a comerciantes y artesanos a partir del siglo XV. En 1847, un incendio arrasó el barrio, que fue reconstuido por arquitectos extranjeros, en su mayoría franceses, que ayudaron a darle un aspecto europeo. El distrito está atravesado por la calle Lipscani, que en su tiempo fue la calle más comercial de la ciudad. Su nombre viene de Lipsca, o Leipzig. Las calles Şelari (de los talabarteros) y Blănari (de los peleteros), que dan testimonio de las antiguas actividades comerciales y artesanales del distrito, resultan muy interesantes para pasear. Para ir de Lipscani a Blănari, puede tomar la calle Hanul cu Tei (la Posada del Tilo), donde abundan las tiendas de arte y antigüedades. Otros puntos de interés son el caravasar Hanul lui Manuc, la librería Cărturești y la cervecería Caru' cu Bere. Tras haber escapado milagrosamente de la locura destructiva de Ceaușescu, la gente viene ahora a Lipscani para pasear por sus animadas calles peatonales, repletas de agradables terrazas. En los últimos años se ha convertido en una de las zonas más de moda de la ciudad, donde se mezclan los turistas y los bucarestinos, lo que suele conllevar la ganancia de cierto lustre y la pérdida de parte de su alma. De todas formas, sigue siendo uno de los lugares más interesantes para visitar. Las calles tienen un encanto muy especial, donde las ruinas y la dejadez en que se encuentran algunos edificios se mezclan con edificios bellamente renovados. Un verdadero concentrado de la esencia de Bucarest.

La inmensa plaza de la Victoria constituye una especie de puerta de entrada a los barrios de lujo del norte de la ciudad. Está rodeada de edificios de diversos estilos que, por altos e imponentes que sean, no consiguen suavizar la impresión que da la plaza de ser una gran encrucijada de ejes viarios. Al este, destacan las columnas del austero Palatul Victoriei, un rígido edificio diseñado por Duiliu Marcu. Construido en 1944, albergó el Ministerio de Asuntos Exteriores antes de convertirse en la sede del gobierno rumano. Al sur se pueden ver edificios típicos de la época de Ceaușescu.

Se trata de una vasta plaza equipada con una fuente cuyo tamaño no desmerece la amplitud del recinto. Construida en la década de 1980, la fuente fue renovada en 2018 y ahora ofrece hermosos espectáculos nocturnos, con chorros de agua, juegos de luces, proyecciones y música, una «sinfonía de las aguas» gratuita que se interpreta todos los fines de semana de mayo a octubre. Los edificios, que albergan multitud de pubs, son idénticos en tres de los lados, solo la parte norte sobrevivió a la destrucción. El centro comercial Unirea, instalado en 1976, vio la apertura del primer McDonald's del país en 1995, un emblema del capitalismo emergente.

La «plaza romana» es un importante punto neurálgico donde se cruzan varios ejes viarios y de transporte urbano, con la presencia de las líneas 1 y 2 de metro. La atraviesa el bulevar Dacia, y en ella desembocan los bulevares Magheru y Lascăr Catargiu. Está rodeada de varios bellos edificios, como el edifico que alberga la Academia de Estudios Económicos, al norte. Varias fachadas están adornadas con publicidad. La más notable, y emblemática de la zona, es la enorme botella de un conocido refresco, que se ilumina por la noche.

Conectan la plaza Universității con la plaza Romană, y son uno de ejes viarios y comerciales más importantes de la ciudad, por lo que están muy transitados, a menudo congestionados. Construidos a principios del siglo XX, estas vías rectilíneas contrastan con las sinuosas calles que las rodean. Muchos de los edificios datan del período de entreguerras, de estilo art déco o moderno. Entre los más destacados están los hoteles Ambasador y Lido, y el asombroso garaje Ciclop (n.º 6).

Dominada por el Grand Hotel (anteriormente el Hotel Intercontinental), la plaza de la Universidad es uno de los lugares emblemáticos de la revolución de 1989 y de las «mineriadas» de los años noventa, las manifestaciones y protestas violentas de los mineros rumanos, como atestiguan las numerosas cruces, placas y mausoleos que rinden homenaje a sus víctimas. En el centro se alza la estatua ecuestre del héroe nacional Mihai Viteazul (Miguel el Valiente), erigida en 1876. Hoy en día, la plaza y sus alrededores son un animado lugar de encuentro para los jóvenes bucarestinos en torno a una pequeña fuente. También sigue siendo punto de encuentro de manifestantes.

Este pasaje cubierto, diseñado por el arquitecto Félix Xenopol e inaugurado en 1891, está dividido en dos ramales (Macca y Vilacrosse), que se unen bajo una elegante rotonda. Ambos pasajes están flanqueados por tiendas y cafés. Las bóvedas acristaladas, de color amarillo, crean un ambiente luminoso muy especial, sea cual sea la hora del día. Es un lugar tranquilo y agradable, testigo de una época en la que Bucarest brillaba y emulaba a las grandes capitales de Europa.

Entre la plaza Victoriei y el Arco del Triunfo, la calle Kiseleff (șoseaua Kiseleff), que debe su nombre a un gobernador ruso del siglo XIX, es un lugar agradable para pasear. Al principio, la calle está bordeada a ambos lados por un parque y luego ofrece una sucesión de magníficas residencias, incluidas algunas embajadas. El palacio de Elisabeta (n.º 28), de 1937, es uno de los más bellos. También está la Casa Doina, en el número 4, y la Casa Titulescu, en el número 47. Todos estos palacios datan de la época en que Bucarest brillaba y la audacia en la arquitectura era la norma.

La plaza es sobre todo una inmensa encrucijada de ejes viarios con una gran afluencia de metros, tranvías y autobuses. Se podría definir un poco como el centro de los barrios obreros del sur. Pero también es un lugar muy animado. Entre los bloques de viviendas y la fábrica de electricidad, verá grandes mercados populares que a veces atraen a impresionantes multitudes. En el sur de la ciudad, los bloques de viviendas se van sucediendo: Vitan (donde se encuentra el centro comercial Bucureşti Mall), Berceni, Rahova… Ferentari, un distrito muy deprimido, es conocido como el gran barrio romaní de la ciudad.

La calle París atraviesa un distrito muy bello, formado por calles con nombres de capitales de todo el mundo, bordeadas por atrevidas mansiones en perfecto estado. Algunas albergan embajadas. Es un barrio poco transitado que cuenta con muchos árboles. Las hiedras, las plantas trepadoras con sus tonos rojizos y las glorietas crean un ambiente casi pueblerino. La calle conduce a la plaza Dorobanţilor, el corazón de este barrio de lujo donde las casas opulentas están flanqueadas por tiendas de lujo y restaurantes famosos.

Es una de las zonas más distintivas de la capital. Alrededor del bonito parque y la pequeña iglesia del mismo nombre, este antiguo suburbio, principalmente residencial, ha escapado a la destrucción bajo Ceaușescu. Icoanei, como todos los suburbios de la vieja Bucarest, está formado por mahalas, palabra turca que designa estos barrios de estilo oriental, construidos alrededor de una iglesia y que se desarrollaron sin un plan de urbanismo. A finales del siglo XIX y principios del XX, Icoanei experimentó una efervescencia arquitectónica: los ricos propietarios competían en inventiva, mezclando estilos. Las villas neorrumanas se codean con las residencias neoclásicas de estilo parisino, decoradas con elementos modernistas, barrocos o neogóticos. Confiscadas bajo el comunismo, muchas de estas mansiones cayeron en mal estado debido a imbroglios legales sobre su restitución. Más y más de ellos están siendo restaurados, a veces de manera llamativa, a veces cultivando su lado deteriorado. El conjunto tiene un encanto especial, típico de Bucarest. El distrito de Icoanei es también hogar de varios edificios Art Deco como el centro Arcub. Es el hogar de un número de bares y salones de té de moda, enclavados en hermosas residencias. Puede extender el paseo al vecino distrito armenio, que tiene características similares. Varias agencias ofrecen visitas guiadas a esta zona, una buena manera de descubrirla en profundidad.

Desde este punto simbólico, situado frente a la iglesia de Saint-Georges, se miden las distancias entre la capital y otras partes de Rumanía. Algunas de estas distancias están grabadas en piedra. Creado en 1938 por el escultor Constantin Baraschi, el monumento fue demolido en 1952 y reconstruido idénticamente en 1998. Representa una rosa de los vientos, dividida en ocho secciones que llevan los nombres de las principales provincias históricas de Rumanía: Banato, Besarabia, Bucovina, etc. En el centro hay una esfera en la que aparecen los signos del zodiaco.

De forma casi cuadrada, la hermosa plaza central, piața Traian, tiene un parque en su centro, donde verá un gran reloj azul y la iglesia Sfânții Arhangheli, una antigua mezquita reconvertida en 1831. Cerca de allí, también podrá visitar la soberbia e imponente iglesia griega de Buna Vestire (1872), con sus coloridas vidrieras y pinturas. La strada Mihai Eminescu, única vía peatonal de la ciudad, parte de la piața Traian y está repleta de tiendas y curiosos. El gran parque(Grădina mare) y la explanada del puerto junto al Danubio son también lugares agradables de visitar.

Golpeada por la sistematización comunista, la plaza central (piața Dacia) se ilumina con el ayuntamiento de estilo italiano, construido en 1904. La calle Cuza Vodă, que comienza a la derecha del ayuntamiento, está llena de bonitas casas de varios colores. La columna vertebral de la ciudad, el bulevar Unirii está dedicado al tráfico rodado y a las tiendas, mientras que el bulevar Bălcescu, que lo atraviesa, conecta la plaza Dacia con el parque Crâng, el pulmón verde al oeste de la ciudad. El mercado principal, vasto y colorido, está siempre muy animado por la mañana (strada Locotenent Godeanu).

A pesar de las pocas fábricas y edificios grises del fondo del valle, el complejo en sí es bastante bonito. A lo largo de la carretera principal (bulevardul Libertății), verá la Casa de Cultura (nº 93), construida totalmente en madera, y justo al lado (nº 95) la bonita iglesia ortodoxa fundada en 1889 por Carol ^I y su esposa Elisabeth. Al este de la estación, en el linde del bosque (strada Zamorei 1), también se puede admirar el castillo de Cantacuzino, magnífico edificio de principios ^{del siglo XX} de estilo neobrâncovenesc.