DISTRITO DE LIPSCANI
Situado entre la plaza Unirii y el parque Cișmigiu, es el corazón histórico y el punto a partir del cual Bucarest empezó a desarrollarse. Alrededor de la corte principesca, de la que solo quedan ruinas, este distrito atrajo a comerciantes y artesanos a partir del siglo XV. En 1847, un incendio arrasó el barrio, que fue reconstuido por arquitectos extranjeros, en su mayoría franceses, que ayudaron a darle un aspecto europeo. El distrito está atravesado por la calle Lipscani, que en su tiempo fue la calle más comercial de la ciudad. Su nombre viene de Lipsca, o Leipzig. Las calles Şelari (de los talabarteros) y Blănari (de los peleteros), que dan testimonio de las antiguas actividades comerciales y artesanales del distrito, resultan muy interesantes para pasear. Para ir de Lipscani a Blănari, puede tomar la calle Hanul cu Tei (la Posada del Tilo), donde abundan las tiendas de arte y antigüedades. Otros puntos de interés son el caravasar Hanul lui Manuc, la librería Cărturești y la cervecería Caru' cu Bere. Tras haber escapado milagrosamente de la locura destructiva de Ceaușescu, la gente viene ahora a Lipscani para pasear por sus animadas calles peatonales, repletas de agradables terrazas. En los últimos años se ha convertido en una de las zonas más de moda de la ciudad, donde se mezclan los turistas y los bucarestinos, lo que suele conllevar la ganancia de cierto lustre y la pérdida de parte de su alma. De todas formas, sigue siendo uno de los lugares más interesantes para visitar. Las calles tienen un encanto muy especial, donde las ruinas y la dejadez en que se encuentran algunos edificios se mezclan con edificios bellamente renovados. Un verdadero concentrado de la esencia de Bucarest.