Qué ver y hacer Regiones De Kashkadar Y Surjandarín

Esta mezquita fue construida por Ulugh Beg frente al mausoleo de Shamsheddin Koulial en 1435. Antes de su restauración solo quedaba en pie la cúpula interior, de 22 metros de altura; ahora mide 36 metros. La cúpula dio su nombre a la mezquita: kok goumbaz significa «cúpula azul». La acústica es perfecta. Las paredes y la cúpula interior están totalmente recubiertas de finos motivos geométricos policromados. Destacan los ladrillos vidriados del pórtico exterior, donde se distinguen claramente los ladrillos antiguos y los nuevos. La técnica original que permitía el gradiente de azules se habría perdido, y quizás también es demasiado costosa: para lograr el mismo efecto decorativo se necesitan tres ladrillos pequeños que reemplacen a un ladrillo viejo degradado. Dos veces al año, varios miles de personas se reúnen aquí para rezar.

Ak significa «blanco», pero se entendía como «noble», ya que el palacio de Tamerlán no era de color blanco, sino que sus paredes estaban cubiertas de mayólica azul y azul oscuro. El primer contacto del visitante con esta enorme plaza, que se transformó en parque a finales de la década de 1990, es decepcionante. De hecho, no queda mucho del suntuoso palacio que la descripción de Clavijo nos permite imaginar. Las ruinas de la puerta son inmensas (30 metros) y todavía están cubiertas con azulejos de mayólica, pero la bóveda de 22 metros de altura no resistió la fuerza de la gravedad. Los daños son antiguos, ya que fue el emir de Bujará quien destruyó el edificio en el siglo XVI: el palacio, cuya construcción duró más de un cuarto de siglo, le hacía sombra... Por supuesto, hay una leyenda sobre el arquitecto de este palacio: en la primera versión, una vez terminado el palacio, Tamerlán le preguntó al arquitecto si era capaz de construir un palacio aún más bello; él, fanfarrón, respondió que sí, e inmediatamente fue arrojado desde lo alto de las murallas. En la segunda versión, se suponía que el arquitecto debía escribir, al pie del arco, la siguiente frase: «El sultán es la sombra de Alá», pero en uno de los lados le faltó espacio, de manera que la frase quedó: «El sultán es la sombra». El arquitecto podía haber usado como excusa al Corán, que prohíbe la simetría decorativa, pero ya puede adivinar lo que sucedió a continuación...
En cada torre, una escalera de caracol sube hasta la alto, desde donde las vistas sobre la ciudad y los picos nevados al sur son espléndidas. Lamentablemente, ya no es posible la subida por las puertas del palacio para disfrutar de la hermosa vista panorámica de la ciudad y sus alrededores.

La tumba que Tamerlán había reservado para sí mismo cerca de sus hijos permaneció olvidada durante mucho tiempo y fue redescubierta por casualidad en la década de 1940. Su extrema sobriedad es lo contrario del mausoleo en el que finalmente descansa, el Gur-e Amir de Samarcanda, y se adapta mejor a los deseos del emperador: solo una lápida grabada con oraciones en una pequeña, fresca y silenciosa cripta, cuyas paredes también tienen inscripciones grabadas en la piedra. Este es uno de los lugares más interesantes para visitar en Sharisabz, gracias a que se ha salvado de la reconstrucción.

Esta madrasa se ha transformado en un museo dedicado a la historia de Tamerlán. Educativo, pero sin nada particularmente interesante. Evítelo a menos que no sepa nada sobre el conquistador.

Se encuentra a pocos kilómetros después de Jarkurgan, a la izquierda de la carretera en dirección a Denov. El puente de Alejandro data del siglo XVI, pero se halla en la ruta que siguió el conquistador griego, de ahí su nombre. Fue construido para servir como puente y acueducto, y también se utilizó como caravasar. Dado que el puente queda ahora más bajo que la nueva carretera, es difícil verlo cuando se conduce hacia Denov. Se halla a pocos metros de un moderno puente ferroviario, más fácil de localizar.

Este museo fue financiado por la UNESCO para promover la artesanía y la cultura de la región de Boysun desde que fue inscrita en la lista del Patrimonio Inmaterial. Abrió sus puertas en 2005 y desde entonces recibe a visitantes interesados por saber un poco más sobre las ancestrales tradiciones de la región. El edificio es encantador y reproduce las casas y técnicas tradicionales de adobe. Los talleres están dispuestos alrededor de un patio central y muestran las técnicas de tejido y bordado de la región. Las mujeres trabajan allí los sábados por la mañana. En las salas de exposición descubrirá el trabajo del cuero, la cerámica o incluso los tejidos específicos de Boysun. Encontrará explicaciones en inglés muy trabajadas. Una visita imprescindible.

Con vistas al pueblo, solitario sobre su colina, el mausoleo de Langar Ota es el monumento funerario del santo más famoso de la región, Mohamed Sadik Sheikh, que vivió en el siglo XVI. Hay que subir por el camino que cruza el cementerio para llegar a las puertas de este monumento tan sobrio como bello, rodeado de un exuberante jardín. De paso, observe la tumba grabada de una habitante de Langar con su gato: vivió 106 años, era la curandera y herbolaria de la aldea. Es venerada por los lugareños. Aunque no más que Mohamed Sadik, que murió en 1545 y fue un mecenas local que ofreció al pueblo su mezquita. En el interior del mausoleo se pueden ver inscripciones coránicas en caligrafía árabe y kufi. Las tumbas que hay allí no están claramente identificadas. Al parecer hay un jeque yemení que vino a rendir homenaje a Mohamed Sadik y murió en Langar, el padre y el hijo del santo, y una mujer que, según se dice, estaba vinculada de alguna manera u otra a Tamerlán.

La mezquita de los Viernes en Langar data del siglo XVI. Fue un regalo absolutamente magnífico de Mohamed Sadik al pueblo. No solo se han conservado su arquitectura y su decoración durante casi cinco siglos, sino que su papel central en la vida social y cultural local no ha cambiado. Todavía en funcionamiento, los viernes reúne a todos los habitantes alrededor de la una de la tarde para la predicación del imán. Hablan del Corán y de las enseñanzas religiosas, por supuesto, pero también resuelven las disputas entre vecinos. En verano, todo esto sucede bajo el iwán. En invierno, la oración tiene lugar en el interior, en una de las dos salas contiguas. En realidad, son dos mezquitas distintas, ambas espléndidas: admiramos la primera, más grande, por sus magníficas cerámicas y techos pintados, mientras que nos conmueve la sobriedad de la segunda, más modesta y pequeña. El conjunto ha permanecido intacto a lo largo de los siglos y si pide que le abran las ventanas que hay frente al patio obtendrá una vista perfecta del mausoleo elevado sobre la colina.

La fortaleza de Kampir Tepe se extiende sobre una terraza alta en la orilla derecha del río Amu Daria, a unos treinta kilómetros al oeste de la ciudad de Termez. Esta fortaleza, construida en el siglo III a. C. en el cruce de las rutas comerciales, cerca de las zonas fronterizas, fue una de las colonias más importantes del inmenso Imperio kushán. Alejandro Magno pasó por ella y cruzó allí el Amu Daria. El yacimiento actual se actualizó en 1972, y en la década de 1990 se realizaron grandes trabajos de mejora arqueológica. Se descubrieron importantes vestigios del budismo, lo que hace de Kampir Tepe una referencia esencial. El yacimiento es simplemente magnífico.

Unos cien kilómetros al sur de Shahrisabz, cerca del pueblo de Tashkurgan, hace unos años se organizaron treks para la visita de las cuevas de Tamerlan y la búsqueda de trazas de dinosaurios perdidas en las montañas. La zona es ahora inaccesible.

Al sur de Shahrisabz, tomar la dirección de Gouzar; en Kamachi, dirigirse hacia el este en dirección al pueblo de Langar, donde hay que ver la mezquita Juma (mezquita del Viernes) y luego subir al mausoleo del más famoso santo de la región, Mohamed Sadik que vivió en el siglo XVI. Con la perseverancia, puedes ir en autobús, pero es mucho más sencillo en taxi. Consulte al personal del hotel Shahrisabz.

Al pie de las cordilleras de Zeravchan, el dakhma de Khodja Olim Kan, que murió a finales del siglo XVI, se enfrenta a un khanqah abandonado. En la colina, doce pozos deben su origen a este santo que supuestamente hizo surgir agua pura tocando la tierra con su bastón.

Del pueblo natal de Tamerlán solo queda un pequeño cementerio donde conviven las tortugas y las serpientes. Cuidado con la hierba alta. Siguiendo el ferrocarril, se puede volver a pie a Shahrisabz.

Su fundación se remonta a principios del primer milenio a. C. Los tres sitios de Padayatak tepe, Sangir tepe y Uzunkyr constituyen la antigua ciudad de Kish-Nautaka. Se puede pasear por las ruinas de la ciudadela y las fortificaciones. Este yacimiento arqueológico tiene un importante potencial de estudio debido a su ocupación ininterrumpida desde la Edad de Hierro hasta la época helenística.

A la entrada de la necrópolis dedicada a una rama local de la dinastía de los Sayyid se encuentra una impresionante sardoba (depósito de agua) cuya inmensa bóveda aún se conserva. El mausoleo de Seyd Amir Samsidin fue construido en el siglo XVI, pero la lápida de mármol data de 1491. La mezquita de verano y la mezquita de la cúpula fueron construidas entre los siglos XVIII y XIX, así como el alminar, para el que se habrían utilizado ladrillos de la antigua ciudad de Kasba. En el extremo derecho del conjunto, una construcción de hierro corrugado protege algunas tumbas y dos magníficas lápidas cubiertas de inscripciones. El complejo fue restaurado en secreto en la década de 1970 por el jefe de Raï Kom, el alcalde local, cuando la zona fue prohibida y abandonada. No lejos de Kasbi, en la aldea de Khodja Kharlik, también se pueden visitar el mausoleo y la mezquita del imán Mohamed Sadir Islam Kabristani.

El complejo Azrat Khussan Ata es uno de esos lugares perdidos cuya particular tranquilidad es la propia de los monumentos ignorados en los circuitos turísticos. En medio de un cementerio, este complejo de mausoleos y mezquitas fue construido entre los siglos IX y XVI. En su origen encontramos al sabio Azrat Khussan Ata, que murió allí. Nacido en una ciudad del Turquestán (actual Kazajistán), en el siglo IX según el imán de la mezquita o en el siglo XI según los investigadores soviéticos, habría estado en La Meca y habría regresado aquí, a Poudina, para enseñar el Corán cerca de un viejo árbol y junto a un estanque que él mismo habría construido. También es aquí donde, unos siglos más tarde, Baha-ud-Din Naqshband, el fundador de la orden sufí en Asia Central, cuyo mausoleo se halla a pocos kilómetros de Bujará, habría venido a aprender. Alrededor de la tumba de Khussan Ata, los pañuelos votivos y una cola de caballo dan fe de su alto grado de sabiduría. El mausoleo principal alberga los restos del hombre santo y de su hija. Los otros tres, según el imán, contienen los del hermano de Khussan Ata y sus hijos, luego los del segundo hermano y su esposa, y finalmente los de las hijas del primer hermano. Los investigadores soviéticos, por su parte, creen que se trata más bien de las tumbas de algunos nobles de la región. Sea cual sea la versión elegida, este sitio seduce por su carácter atemporal y por los diferentes aspectos de su arquitectura, que abarca unos diez siglos. Además, la visita a la aldea de Poudina y el contacto con los viejos imanes con sus turbantes ya bastarían por sí solos para justificar el viaje.

Al oeste, en la carretera entre el bazar y la madrasa, se alzan los restos de las murallas de la fortaleza de Denov. Forman un arco de círculo abierto hacia los montes de Bayuntao, que cierran el horizonte y se extienden río abajo. Dejando a un lado la empalizada, la visita se justifica más por las vistas que por las ruinas de las murallas. Efectivamente, desgastadas por la lluvia y el paso de turistas, niños y ganado, es difícil imaginar su tamaño y extensión originales.

Dominando un barrio en las afueras del sur de Jarkurgan, este minarete, que data de 1109-1110, es diez años más antiguo que el minarete de Kalon en Bujará, lo que lo convierte en uno de los más antiguos de Asia Central. Pero más que su antigüedad, es su arquitectura lo que lo hace especial. El minarete actual mide 22 metros de altura, mientras que según los arqueólogos alcanzó originariamente los 50 metros, lo que lo equipara a los minaretes de la mezquita Bibi Khanum en Samarcanda. Su estructura de ladrillo de barro dispuesta en dieciséis semicolumnas es única y le confiere una gracia sorprendente, a pesar de sus proporciones truncadas. La disposición de los ladrillos crea patrones como ondulaciones y, desde abajo, la perspectiva se acentúa por el estrechamiento de las semicolumnas hacia lo que era la cabeza del alminar.
Justo al lado del minarete se ha construido un pequeño museo, y vale la pena visitarlo. En él se exponen obras realistas del pintor contemporáneo Mansurov que ilustran escenas de la vida social uzbeka. El depositario de las llaves se encuentra en la escuela vecina: si no está en el museo, no dude en ir a buscarlo allí. También le abrirá el alminar, al que se puede subir. Atención: la escalera de caracol es muy estrecha, empinada y oscura. Pídale al guardia que le preste una linterna.

Todos los mausoleos reunidos en torno al de Saodat, o «invencible», fueron construidos entre los siglos XI y XVII. Un callejón central, de doscientos metros de largo, conduce al portal del complejo, suntuosamente decorado con cerámica azul con motivos geométricos. A la izquierda hay una mezquita; a la derecha, en una cripta, la tumba del emir Hussein, el quinto descendiente del Profeta. Hoy en día todavía quedan unos cincuenta metros del camino de entrada original, flanqueado por los edificios principales. Un tramo de escaleras conduce al tejado del mausoleo de la derecha, lo que permite contemplar el conjunto desde cierta altura y observar los restos de los antiguos mausoleos, así como algunas de las tumbas en el lugar donde se extendía la mayor necrópolis de Asia Central.

La gran fachada de tierra y sus muros de dos metros y medio de espesor han dado lugar a una de las leyendas más bellas de Termez. En las cuarenta salas repartidas entre las dos plantas de este edificio, las cuarenta mujeres del kan de Termez fueron asesinadas por las tropas de Gengis Kan tras haber resistido gloriosamente al invasor cuando este atacó a los niños. En realidad, según los arqueólogos, se trata simplemente de un edificio construido por los ricos para poder refugiarse en él durante las fuertes tormentas de arena, que son frecuentes en la región. El edificio estaba en su origen completamente cerrado por el tejado. En ambas plantas se abrieron ventanas delgadas y, como resultado de un cuidadoso cálculo, los rayos del sol llegaban al centro del edificio a ciertas horas del día.
Actualmente es más bien un patio de recreo para los niños que salen de la escuela, pero un pequeño paseo por sus venerables pasillos le convencerá de la fuerza de la leyenda: en el pasillo que da a la entrada, en su extremo izquierdo, un árbol votivo demuestra que sigue viva. Dado el estado actual del edificio, es difícil apreciar la complejidad de su arquitectura, pero se hará una mejor idea si lo compara con la maqueta que se muestra en el Museo Arqueológico de Termez. Algunos de los muros han sido restaurados, pero el interior cada año se parece más a un campo de ruinas que se derrumban sobre sí mismas. Se está considerando un proyecto de rehabilitación, pero de momento no se ha fijado ninguna fecha para ponerlo en marcha.