ZONA ARQUEOLÓGICA DZIBANCHÉ

Las excavaciones sistemáticas del yacimiento no comenzaron hasta la década de 1980, bajo la dirección del arqueólogo español Enrique Nalda. Aunque las excavaciones están lejos de ser completas, se sabe que la construcción del yacimiento comenzó en el siglo III a.C. con la edificación de plataformas rematadas por construcciones de materiales perecederos. Fue durante el periodo Clásico, desde principios del siglo III hasta principios del siglo VII d.C., cuando Dzibanché experimentó su transformación en una gran ciudad, con el desarrollo de proyectos arquitectónicos de impresionante magnitud, algunos de cuyos rasgos recuerdan el estilo del Petén: la Acrópolis del sitio de Kinichná, el Templo del Búho , y la primera etapa del Templo de los Cormoranes (ubicado en la Plaza Xibalbá).

En el periodo Clásico Temprano, entre el 600 y el 800 d.C., se produjo una expansión sin precedentes de la ciudad, que se manifestó en la construcción de un gran número de edificios públicos, templos y residencias agrupados en barrios que correspondían a unidades económicas y productivas. Aquí aparece un nuevo estilo arquitectónico propio: fachadas decoradas con columnas incrustadas (que recuerdan al estilo Río Bec), bóvedas que cubren estrechas galerías y el uso del talud-tablero (muro oblicuo rematado por un panel vertical enmarcado por una cornisa saliente, típico de la arquitectura de Teotihuacán en el centro del país). Las hermosas estelas decoradas con jeroglíficos encontradas en el Templo de Los Cautivos evocan las conquistas militares de las dinastías reinantes, mientras que las tumbas contienen majestuosas ofrendas (entre ellas, pendientes y una concha con incrustaciones de chips de jade, considerada una de las mejores piezas de arte maya clásico encontradas hasta la fecha). El paisaje circundante también cambió, fruto de las urbanizaciones y modificaciones destinadas a las tareas agrícolas imprescindibles para alimentar a la población.

Es en el cambio del primer milenio cuando finalmente imaginamos una ruptura y una desintegración sociopolítica de la zona, que marca el fin de la época de expansión y el progresivo abandono del lugar. A partir de 1200, una parte de la población, de nuevo dispersa y rural, reintegra el lugar, instalándose en sus plazas, desmontando algunos de los antiguos edificios para construir sus propias residencias. En los siglos XV y XVI, los descendientes de la ciudad de Dzibanche sólo acudían a los templos en ruinas para hacer ofrendas a sus dioses.