ALDEA DE LA PLANTACIÓN DE HAWAII
Un pueblo totalmente restaurado que ofrece una visión completa e interesante de la vida cotidiana de los trabajadores que vivían allí en Waipahu.
Este pueblo de 20 hectáreas de plantaciones de azúcar, totalmente restaurado, ofrece una visión completa e interesante de la vida cotidiana de los trabajadores que vivían allí. Desde mediados del siglo XIX hasta la década de 1940, los gerentes de las plantaciones emplearon a más de 400.000 trabajadores extranjeros. Como la población hawaiana había sido diezmada en gran medida por las enfermedades que los occidentales habían introducido en las islas, las plantaciones carecían de mano de obra para desarrollar el prometedor cultivo del azúcar. Chinos, japoneses, portugueses, coreanos y filipinos llegaron a Hawai en busca de una vida mejor. Para sofocar cualquier reivindicación salarial (los salarios eran muy bajos) y romper de antemano cualquier intento de unión, los trabajadores fueron agrupados por etnias en los pueblos. Esto se puede ver muy claramente en este pueblo, donde la gente vivía entre ellos conservando sus tradiciones. Todas las comunidades religiosas tenían su propio lugar de culto, como demuestran los templos budistas y sintoístas. Sin embargo, estos trabajadores de todos los orígenes se fueron agrupando, mezclando y uniendo contra la patronal para exigir mejores salarios. En el siglo XX, las grandes huelgas obligaron finalmente a los gerentes de las plantaciones a aumentar los salarios. Estas sucesivas subidas habrían contribuido al hundimiento del azúcar hawaiano, encareciéndolo ante la cada vez más dura competencia internacional.