HUACA DEL SOL - HUACA DE LA LUNA
Fueen la Huaca de la Luna donde se desenterraron los restos de 107 guerreros sacrificados y numerosos bajorrelieves policromados. Se puede recorrer el recinto a través de las escaleras instaladas a lo largo del edificio para tener una mejor visión de los frisos. Por desgracia, todo está bastante degradado, pero los frisos que se conservan maravillan por su detalle y colorido. Los arqueólogos afirman que en su construcción participaron más de 250.000 personas. Su construcción duró nada menos que 600 años
El protagonista es Aie Paec pintado en rojo y ocre, el dios con dientes de felino rodeado de pájaros y una serpiente, que representa la montaña, mientras que Cico Paec es el dios del mar rodeado de olas. El muro más impresionante se encuentra en la parte posterior de la huaca: 6 pisos de frisos distintos con la procesión de los vencedores y vencidos encadenados, los sacerdotes, las arañas, los pescadores, etc
Alrededor de los años 600 o 650, la región sufrió los fenómenos crónicos de El Niño, lo que provocó una revuelta social, ya que ni los sacerdotes ni los nobles eran capaces de controlar el clima, y luego una migración gradual que dio lugar a la vecina Chan Chan, construida sobre un suelo en terrazas que permitía filtrar el agua. A pesar de ello, la Huaca del Sol y de la Luna sigue siendo un lugar de culto, un homenaje a los antepasados aquí enterrados.
La Huaca del Sol es la más alta de Perú con 45 m. No está abierto al público y aún no se ha excavado a fondo. Es imponente y fotogénica, comparada con su vecina que ha sido gradualmente deconstruida para acceder a los tesoros que contenía.
El museo, subvencionado con fondos privados, es muy didáctico y rico. No hay que perderse la visita. Aquí encontramos las ofrendas con las que se enterraba a los muertos. También se pueden ver animales antropomórficos, retratos realistas con rasgos dibujados con precisión y escenas de sacrificio. Hoy se piensa que los sacrificios no eran tan frecuentes, sino que se criaba una casta especial y se la entrenaba para el oficio de combatiente, un poco como los gladiadores nobles. En momentos cruciales, como el fenómeno de El Niño, se organizaron peleas y surgieron ganadores y perdedores. Los derrotados se quedaban 10 o 15 días para prepararse para su último sacrificio. Por último, algunas cerámicas Huari dan testimonio de la última fase de ocupación del yacimiento.