La protección nacional de este parque, que significa "bosque salvaje e impenetrable", comenzó en 1992. El Parque de Ôbo se compone de dos zonas: una en la isla de Santo Tomé, con una superficie de unos 235 km², y otra en la isla de Príncipe, con una superficie de unos 65 km² (casi la mitad de la isla). El objetivo es proteger y conservar racionalmente los ecosistemas forestales. La primera prioridad era identificar y luego delimitar las zonas importantes que debían protegerse. Se ha presentado un proyecto de decreto-ley que identifica dos lugares, el Parque Natural de Ôbo de São Tomé y el Parque Natural de Ôbo de Príncipe, para la protección de muestras de biotopos importantes del archipiélago. En total, casi 300 km² se ven así afectados por el programa de protección del medio ambiente iniciado por Ecofac. Originalmente cubiertas de bosques, las islas del Golfo de Guinea albergan una flora y una fauna endémicas de gran interés científico. En 1988, científicos de renombre mundial clasificaron los bosques de Santo Tomé como los segundos en interés biológico de entre 75 bosques de África. Cientos de miles de años de aislamiento y evolución han dado vida a una fauna y flora típicas adaptadas a las condiciones de la isla. De las 700 especies de plantas, un centenar son endémicas, como la begonia gigante que puede alcanzar los 3 m de altura, el helecho arbóreo o las numerosas orquídeas que se pueden ver en el jardín botánico de Bom Sucesso. En los senderos se pueden ver monos y muchas especies de aves. En la isla residen cerca de 180 especies, de las cuales unas 30 son endémicas. Algunas de ellas están consideradas las aves más raras del mundo: el pico grande de Santo Tomé, el alcaudón o el ibis oliváceo. Las áreas protegidas pretenden proteger todos los biotopos presentes en el archipiélago, especialmente los bosques, pero también los manglares y la singular sabana del norte de Santo Tomé. Muchas playas, donde se reúnen varias especies de tortugas marinas, están ahora protegidas. La política de desarrollo del ecoturismo permite poner en valor este patrimonio natural. La mayoría de las rutas de senderismo parten del Bom Sucesso, al que se puede llegar a pie con bastante rapidez y facilidad desde la posada Boa Vista, por encima del Monte Café. Se pasa por un espeso bosque primario, algunas roças, cascadas, la Lagoa Amélia, el cráter de un antiguo volcán, donde un guía puede llevarle a dar un paseo por una capa muy espesa de vegetación esponjosa. En un día claro, las vistas de la isla son especialmente magníficas. Para los muy buenos caminantes, la subida al Pico, a 2.024 m, les llevará menos de un día. El Pico se pierde en la niebla, pero hay una vista excepcional de la parte norte de la isla.

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