LAS GRANDES RUINAS DE ZIMBABWE

Para llegar al sitio del Gran Zimbabue desde Masvingo, si no se dispone de coche, se pueden utilizar los taxis compartidos, que salen de enfrente del Pick N Pay en el centro de la ciudad y pueden dejarle en la carretera principal. Hay dos opciones para llegar al centro de información. La primera es bajar frente al hotel Great Zimbabwe y caminar 1,5 km por un sendero, la segunda es bajar un poco más hasta la entrada del parque y caminar 1 km por una carretera asfaltada. Algunos lodges y hoteles también ofrecen visitas guiadas.

En general, se tarda entre cuatro y cinco horas en visitar los principales lugares de interés del yacimiento. Hay tres grandes complejos arquitectónicos que visitar: el Complejo de la Colina (la parte más antigua de la ciudad, construida en lo alto de una colina), el Gran Recinto (donde se encuentra la famosa torre cónica que aparece en todos los folletos y postales de Zimbabue) y los Recintos del Valle (que es una colección de recintos más dispersos y menos impresionantes que los anteriores). Para completar su conocimiento de la zona, a la salida del recinto se puede visitar un museo pequeño pero muy informativo, y entre el Complejo de la Colina y los Recintos del Valle se ha reconstruido una aldea tradicional karanga.

Se pueden contratar guías locales, muy recomendables si realmente se quiere apreciar el misterio y la belleza de las ruinas. Los guías suelen encontrarse en el centro de información turística. La visita dura unas tres horas. Uno de los mejores momentos para visitar el parque es a última hora de la tarde, para disfrutar de la puesta de sol. Sin embargo, el lugar no está abarrotado de turistas y hay muchas posibilidades de estar solo. Si la visita a las ruinas le ha fascinado y le ha dejado con ganas de saber más, no dude en hacerse con uno de los libros del especialista en la materia, Peter Garlake: Great Zimbabwe Described and Explained (actualmente el mejor libro sobre la ciudad medieval) o Life at Great Zimbabwe (un ensayo menos exhaustivo, pero más fácil de leer). Un pequeño museo in situ explica bien la historia de la antigua ciudad, aunque persisten algunas dudas e incertidumbres. Cabe añadir que el yacimiento ha sido restaurado recientemente con el apoyo de la Agencia Francesa de Desarrollo.

Complejo de colinas. Esta parte de la ciudad, probablemente la primera en ser ocupada por la población local, representa un verdadero tour de force arquitectónico: en lugar de imponer la forma de sus edificios al entorno, los constructores de la época equilibraron sus construcciones a partir de las rocas ya existentes. Los muros y recintos de piedra se construían según la configuración de los salientes rocosos y los bloques de granito. Por ejemplo, las fallas se transformaron en pasillos de acceso, un anfiteatro natural se convirtió en lugar para rituales, etc. El complejo está situado en lo alto de una colina, 80 m por encima del valle. Albergó a los sucesivos gobernantes del reino, así como a sus consejeros y médiums. En la parte oriental del complejo de la colina, unos escalones conducen a una plaza semicircular dominada por una enorme roca. Probablemente sirvió como tribunal de justicia, pero sobre todo como centro religioso: aquí se han encontrado objetos ceremoniales de bronce, así como seis esculturas de aves en esteatita. Tres senderos más o menos empinados conducen al Complejo de la Colina, desde donde se obtienen buenas vistas del Gran Recinto.

Gran Recinto. Situado en el valle al pie de la colina, este complejo consiste en un recinto de 100 m de diámetro y 243 m de circunferencia, con muros de hasta 11 m de altura y 6 m de grosor. El mayor monumento de piedra del África subsahariana, el Gran Recinto, al igual que el Complejo de la Colina, era un palacio real cuya función no era protectora sino ostentosa: ¡era una exhibición de riqueza y poder! Probablemente sirvió de residencia a los soberanos del reino y a sus hijos: durante las excavaciones se encontraron perlas, brazaletes, collares e incluso pares de pendientes de oro. Construido siglo y medio después que el complejo de la colina, el Gran Recinto representa el apogeo de la escultura rozvi: si bien los muros, como en los demás complejos, se construyeron con piedras hábilmente amontonadas, aparecen más a menudo decorados con motivos en espiga y, sobre todo, albergan una alta torre cónica, que se considera la construcción más lograda de la mampostería rozvi. Esta torre, flanqueada por un edificio cónico similar pero mucho más pequeño, tiene 10 m de altura y se accede a ella a través de un estrecho corredor de 70 m de longitud. Desde su descubrimiento, ha suscitado interrogantes entre los investigadores, que aún no han logrado ponerse de acuerdo sobre su origen y uso exactos: algunos la ven como una representación fálica que simboliza la fertilidad; otros piensan que servía de altar durante ceremonias de iniciación o religiosas (en lo alto de la torre se ha encontrado una plataforma de piedra cubierta de madera carbonizada y huesos de bovino); otros la ven como un gigantesco granero... Aunque ninguna de estas teorías se ha verificado todavía, la idea (¡tan romántica!) de que la torre albergaba el tesoro real de las dinastías Rozvi ha sido desmentida categóricamente por algunos arqueólogos rompedores de sueños...

Recintos del valle. Este conjunto de recintos y muros de piedra es el menos impresionante del yacimiento. Sin duda se utilizó para alojar a los notables del reino más que a sus gobernantes. Aquí se han encontrado plataformas de cabañas daga, así como una de las famosas esculturas de aves de esteatita, hoy emblema nacional del país. Estas ruinas se encuentran entre el Complejo de la Colina y el Gran Recinto, pero hace falta mucha más imaginación para imaginarse la gran época.

Aldea de Karanga reconstruida. Cerca de los Recintos del Valle, se ha reconstruido una aldea de chozas tradicionales para que los turistas puedan apreciar la distribución interior de las viviendas típicas de Zimbabue (habitaciones de los niños, de los padres, cocina, choza del curandero, etc.). En la época en que el Gran Zimbabue era una ciudad próspera, miles de estas chozas debían de estar hacinadas en el interior de los recintos (para las familias reales o muy ricas) y en el exterior (para el pueblo llano). Hoy en día, sólo quedan algunos prototipos de la aldea reconstruida que adornan el lugar, mientras un brujo (¿recurtido de la industria turística?) se ofrece a adivinar el futuro a cambio de unos dólares.

Museo. Abierto de 8.00 a 16.30 h. Como la mayoría de los grandes yacimientos arqueológicos, las ruinas del Gran Zimbabue han sido ampliamente saqueadas y la mayoría de los artefactos hallados durante las excavaciones se encuentran dispersos por todo el mundo. La modesta colección que se ha conservado se encuentra ahora en un pequeño museo a la entrada del yacimiento. Aquí pueden verse herramientas y armas, así como algunos objetos de origen oriental, prueba de los vínculos comerciales que los poderosos del Gran Zimbabue mantenían, probablemente a través de mercaderes swahili, no sólo con la India, sino también con China y Persia. Aparte de estas pocas reliquias, el principal interés del museo reside en los siete (¡y medio!) pájaros de esteatita expuestos: de unos cuarenta centímetros de altura, estas extrañas criaturas se han convertido en el emblema de Zimbabue y aparecen en la bandera nacional, así como en los sellos y timbres oficiales del país. Según ornitólogos bien informados, son águilas pescadoras toscamente talladas. Los arqueólogos, sin embargo, las ven como criaturas mitológicas que pueden haber sido utilizadas como tótems; se supone que las tallas de las aves eran utilizadas por los hacedores de lluvia o representaban a los espíritus de los antepasados, según los Rozvis, el difunto se transformaba en ave para alcanzar el cielo. El museo cierra a las 16:30, un poco antes que el resto del recinto.