Con una ubicación ideal a orillas del canal de Mozambique y en la desembocadura de un río, Antsanitia Resort domina una larga playa de arena blanca y ofrece unas vistas magníficas a los caminos y repisas de los pescadores. El hotel está muy bien integrado en su entorno natural con una gran superficie y bungalows de madera muy espaciados, rodeados de una vegetación importante. Fue Tsiravay quien nos acompañó al lago sagrado quien dirigía el equipo de jardineros y éstos le echan el corazón a la obra.

 

Christophe, su responsable, nos explica que más que un hotel, se trata de un proyecto cuya vocación es mejorar el nivel de vida de los pueblos vecinos. Ya los empleados proceden principalmente de estos pueblos, pero Christophe está orgulloso de presentarnos el gran vivero y el amplio programa de replantación. Éste permitió recrear una vegetación que desaparecía en los alrededores. El mismo vivero les mostró a los lugareños que un simple sombrero de piña replantado repelía y producía bien al año siguiente. Por lo tanto, todos los jardines tienen algunos pies. La formación y la sensibilización sobre el medio ambiente permiten tener un entorno preservado. Mientras que cerca del aeropuerto, algunos pueblos parecían cubiertos de bolsas de plástico, Tsiravay estaba orgulloso de este entorno preservado y sentimos su orgullo al subir en piragua diciéndonos que el manglar se estaba desarrollando bien.

 

Es un auténtico ambiente familiar y una verdadera armonía con la naturaleza que encontramos en Antsanitia. Mientras el almuerzo se termina con algunos mangos asados y helado de vainilla, nos damos cuenta de que aún no hemos tomado el tiempo de relajarnos junto a la piscina. Algunas familias malgaches y turistas se han instalado allí. Vamos a unirnos durante unas horas antes de volver a aventurarnos en nuevas aventuras.