TEATRO JUAREZ

El Teatro Juárez es quizá el monumento más importante de la ciudad, testigo de su glorioso pasado y prueba viva de su dinamismo cultural aún intacto. Su construcción se decidió en 1872, un año después de la muerte de Benito Juárez, a quien obviamente debe su nombre. El teatro sustituyó a un hotel, que a su vez se instaló en el emplazamiento del antiguo convento de San Diego. Se inauguró el 27 de octubre de 1903 con la ópera Aida de Verdi, interpretada por una compañía italiana, y el propio dictador Porfirio Díaz, con acompañamiento de champán francés y caviar ruso. El estilo arquitectónico es ecléctico, como la moda de los edificios públicos de la época. El elemento exterior más llamativo es el peristilo dórico de inspiración romana, con ocho esculturas de bronce de musas griegas en la parte superior. El auditorio corresponde al modelo europeo, en forma de herradura con parterre y cuatro niveles de balcones; nótese los palcos en los extremos del escenario reservados a las viudas de la alta sociedad, que tenían una entrada discreta para mantener el decoro debido a su luto. La decoración interior es bastante espectacular, realizada con estucos de colores de influencia morisca (se dice que se inspiró en el Palacio de la Alhambra de Granada). En la parte superior del edificio, no te pierdas la sala de fumadores, coronada por una cúpula de inspiración Art Nouveau. La visita a uno de los edificios más espectaculares de la ciudad es imprescindible.