SOBO BADÈ
«Crear sorpresa, atracción». Estas palabras son del fundador de Sobo-Badè, el amable Gérard Chenet, quien eligió el nombre de una deidad vudú haitiana para nombrar su hotel. Sobo-Badè, con sus fachadas cubiertas de conchas, terracota y mosaicos de colores, combina materiales naturales, construcciones africanas tradicionales y la fantasía del modernismo al estilo de Gaudí. Cuando llegue, le fascinará la belleza y la magia del lugar, así como la tranquilidad que reina bajo los árboles, frente a la sublime vista de la playa. Cuenta con alrededor de cincuenta camas: dormitorios, habitaciones con o sin baño privado y habitaciones dobles con vistas panorámicas al mar —recuerde reservarlas con antelación, especialmente los fines de semana—, todo ello a un precio muy asequible. En el interior, las habitaciones son agradables, con sus bonitas ventanas, una mosquitera, una decoración colorida, bonitos baños (atención: no hay agua caliente)… Desde el desayuno hasta la cena, todos los platos son ecológicos y deliciosos; nunca nos cansamos de tomar zumos de frutas, helados caseros, pescado fresco y platos de especialidades senegalesas y haitianas, en la mesa o en las tumbonas frente al mar.
La particularidad de Sobo-Badè es que también es un centro cultural. Su gran originalidad es que los clientes pueden tomar clases particulares con los artistas residentes de diversos instrumentos y artes: yembé, balafón (¡excelente profesor!), calabaza, kora, danza africana (profesor particular y grupo acústico, por favor), batik, escultura, pintura… Podrá realizar varios al día, que se pueden reservar en el último minuto. Es ideal para todos aquellos que quieran pasar una o dos semanas ahí, entre clases y playa.
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Opiniones de los miembros sobre SOBO BADÈ
Une belle pause reposante lors d'un road trip au Sénégal.
La galette sobo Bade est délicieuse !!
Il y a des chats partout.
La plage juste en dessous est sympas.
Mais les alentours ne sont pas terribles.
Beaucoup de charme, plein d’activités à faire (culture musique etc )
Son plus grand point fort c’est son personnel d’une gentillesse extraordinaire
The omelette is also fine (1000 CFA).
Mi padre venía en avión por la noche y no sólo cuesta el triple que un taxi (Yango), pagamos 20000 CFA (30€) por un trayecto de 12 km, 30 minutos. Sino que el conductor debía esperarle con un cartel en la salida y estaba en el coche metido... Gracias a que en el aeropuerto había wifi, me pudo llamar para comentarle lo qué sucedía. Ya sabemos lo agobiante que es salir de un aeropuerto en algunos países en los que se te echan montones de personas encima a ofrecerte cosas, tocarte, etc. Siguiente: el coche. Echaba humo por dentro, a pesar de tener las ventanas abiertas, casi no se podía respirar dentro. Para colmo, al llegar me dice: "¿Quién me paga?" Yo creía que sería el hotel, puesto que no me habían dicho nada de que yo debía pagarle. Pensaba que todo se pagaría de forma conjunta al checkout. Pero finalmente le di a él los 30€, lo que no me gustó en absoluto, porque sé que el servicio NO vale eso y además, la prestación ofrecida fue mala.
Vimos varias ratas gigantescas a nuestro alrededor mientras estábamos cenando, pura alegría. Estamos en el campo-playa, no hay de qué asustarse, sólo para que no haya sorpresas.
También cogimos dos habitaciones: iguales y una, desgraciadamente tenía el baño fuera y la mampara que sujeta la cortina de la ducha estaba partida y era de hierro, pero sin más.
Por lo demás, fenomenal. El personal es amable y sonriente, el lugar de película, precioso.