NIZWA STRONG
La ciudadela de Nizwa, magistralmente renovada, es una de las más impresionantes e interesantes del país. Los cimientos del edificio actual datan de mediados del siglo XVII, cuando se construyó la fortaleza a instancias del imán Sultán bin Saif Al Ya'rubi. La construcción duró una docena de años, de 1649 a 1661, y el edificio fue renovado y transformado con regularidad a lo largo de los siglos. Protegida por una muralla, la estructura consta de un castillo y una torre fortificada, dispuestos uno al lado del otro en torno a un amplio patio. El primero servía de residencia y lugar de servicios administrativos. La segunda era puramente defensiva. Es probable que el castillo se construyera mucho antes que la torre. Estratégicamente situada en el corazón de la ciudad, la ciudadela vigilaba las rutas comerciales hacia el interior del país, así como los oasis y manantiales de las montañas cercanas.
Se utilizaba como residencia para los hombres de la ley, así como para los estudiantes que venían de todo el sultanato para estudiar el Islam en Nizwa. Además de su patio interior, contaba con multitud de dependencias que pueden visitarse hoy en día, todas las cuales conservan su mobiliario y objetos originales: habitaciones de prisioneros y estudiantes, sala de oración y de debate, así como biblioteca, escuela coránica, salas para guardar dátiles, etc. Todos estos espacios renovados y bien documentados permiten comprender mejor la vida en el corazón de las fortalezas omaníes.
Como complemento a la visita, la antigua prisión alberga hoy una interesante colección de objetos del pasado, comentados e ilustrados por numerosos textos didácticos. Aquí, en el laberinto formado por las antiguas celdas, se exponen trajes y joyas tradicionales, cafeteras y utensilios domésticos, llaves y cerraduras antiguas, ollas y cestos, armas diversas, etc. Una sala está dedicada al sistema aflaj, otra al teñido del índigo y otra a la historia del sultanato desde la formación de la península arábiga y a la luz del desarrollo mundial (friso comparativo). Está bien montado y saldrá más enriquecido que cuando entró, sobre todo porque la escenografía es agradable y las pantallas dan animación al conjunto proyectando breves documentales sobre los diferentes temas presentados. Tras este cúmulo de información, quizá le apetezca tomar un té o un café en la cafetería del patio, o subir a los tejados de la fortaleza para hacer una foto de la cúpula y el minarete de la soberbia mezquita adyacente: una de las vistas más populares entre los pintores locales y una instantánea privilegiada, en un monocromo ocre-marrón sobre un fondo de montañas. Desde la torre de la ciudadela, una magnífica panorámica abarca el Jebel Akhdar al norte, las casas de adobe del casco antiguo al sur, el zoco y la mezquita al este, y el oasis de Nizwa al oeste, alimentado por el falaj Daris, uno de los más largos del país. De regreso, el patio de la ciudadela, que alberga un museo viviente, ofrece magníficas oportunidades para hacer fotos. Bajo las arcadas o a la sombra de grandes tiendas, omaníes ataviados con trajes tradicionales recrean los oficios de antaño. El sector de las modistas es especialmente atractivo, ya que ofrece una oportunidad única de fotografiar a mujeres con sus coloridas prendas.
¿Lo sabías? Esta reseña ha sido escrita por nuestros autores profesionales.
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