EL PUEBLO
Byblos es un encantador pueblecito que será la ocasión de un agradable paseo. Es una lástima que el casco antiguo sea accesible para los coches.
Después de visitar las ruinas de Byblos, se entra en la ciudad medieval dominada por el castillo de los Cruzados. La ciudad, adosada al antiguo lugar, está rodeada de una muralla construida en la época de los cruzados y reconstruida posteriormente por los árabes y los otomanos. Se extiende a lo largo de 270 metros del este al oeste y a 200 metros del norte al sur.
Integrada en las murallas, la capilla Notre Dame de la Puerta bordea el extremo es de la plaza adyacente al yacimiento arqueológico. También destacan el bonito minarete blanco de la mezquita Sultan Abed el Majid (construido en 1648 y renovado en 1783). Al oeste, calles estrechas, bordeadas de laureles rosas, descienden hacia el puerto. Así se puede perder en el laberinto de estas callejuelas y admirar las bonitas casas libanesas. Paredes de piedra, tejados de tejas rojas, ventanas de ojiva, columnatas… Byblos es una de las pocas ciudades del país que ha conseguido preservar su arquitectura típica. Las mañanas de verano, las calles son tranquilas. Los habitantes, separados detrás de sus posesiones, acuden a sus ocupaciones en la frescura de la penumbra. Por la noche y durante el festival, es otra historia.
Al bajar al puerto y junto al yacimiento arqueológico, la capilla Nossa Senhora Da Penna es encantadora y pequeña.