Aquí, en el corazón del País Somba, uno es agricultor o cazador. Y las mujeres trabajan tanto como los hombres. Somba es el nombre genérico utilizado en el pasado por la administración colonial para designar a los habitantes que vivían en la región montañosa de Atacora. Son personas de orígenes diversos. En particular, los Betammaribé (Otammari en singular), que crearon una forma de hábitat extremadamente original: la tata sombaSe trata de una granja-fortaleza de dos pisos, que puede verse desde Tanguiéta hasta las proximidades de Perma, en el sur, con una zona de dispersión muy clara hacia el oeste y Togo (país de Tamberma). Estas viviendas tienen una dimensión social, económica y defensiva. De hecho, cada casa (o tata) constituye una entidad económica autónoma, con su propia parcela de tierra alrededor, constantemente abonada con estiércol animal.En esta parcela se encuentra el huerto doméstico y el vivero de tabaco o mijo blanco, cuyas plantas se trasplantarán posteriormente a los campos propios de la comunidad, generalmente situados en el monte alto y donde se practica el barbecho. Así, debido a la escasez de tierra cultivable, se ha establecido una solidaridad social dentro de la comunidad que comparte los campos comunes. La necesidad de espacio para el desarrollo de la parcela individual y la cría de animales domésticos, combinada con la necesidad de garantizar la intimidad familiar en ausencia de una valla artificial, ha producido este patrón de asentamiento disperso.La tata sirve de vivienda para la familia, de soporte para los silos de grano, de refugio para los animales domésticos, de ciudadela defensiva en caso de ataques (antaño habituales en la región) y de santuario para el clan. La técnica de construcción de un tata es bastante compleja. Las paredes están hechas de banco, que se obtiene mezclando arcilla con agua. Se cubren con un revoque de arcilla mezclada con estiércol de vaca, que se seca y luego se rocía con una decocción de nueces de karité y corteza de fruta néré. Los graneros se construyen con tallos de fonio y trozos de termitas. Los techos de los graneros son de paja, mientras que las terrazas están hechas de travesaños de madera en los que se atan las vides y luego se cubren con banco. Cada vivienda se distingue de las demás por unas hendiduras decorativas en forma de escarificación talladas en su fachada, y tiene un fetiche familiar que monta guardia en la entrada. Hoy en día, este tipo de vivienda tiende a desaparecer, debido a la complejidad de su construcción y a los largos meses de trabajo que requiere. Mucha gente prefiere ahora la cabaña redonda. Razón de más para ir al país de la Somba y descubrir este hábitat tradicional. O incluso solicitar una agencia receptiva para poder dormir allí

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