Notable por su trazado urbano y su arquitectura, este pueblo de unos 430 habitantes fue probablemente construido en el emplazamiento de un antiguo sitio indígena, una especie de isla montañosa en medio del valle. Merece la pena visitar esta pequeña ciudad y probar la especialidad local: el conejo picante. Piérdase en las pequeñas y sinuosas calles y pasajes, en los hermosos portales de piedra tallada y en algunas casas con tejados de paja brava. Su principal monumento es la iglesia de San Marcos, construida en 1632.

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