MEDINA
La medina, con sus zocos diseminados por el casco antiguo de Essaouira, también está repleta de tiendas y galerías de arte
Al casco antiguo de Essaouira se entraba antiguamente por la Puerta de la Marina. Construida en 1769 por el sultán Sidi Mohammed ben Abdallah durante la reconstrucción de la ciudad, unía la ciudad con los muelles de embarque, quedando a salvo del fuego de los barcos estacionados en alta mar. Desde lo alto de sus murallas de estilo Vauban, un mirador abarca toda la medina y el puerto. Bab el-Sebaa (la Puerta del León), en la esquina de la avenida Mohammed V, marca la entrada a la antigua kasbah, que en su día fue el alojamiento de la administración del sultán y de los cónsules europeos. Piérdase deliberadamente por las calles que salen de esta plaza y descubra esta medina llena de tiendas y galerías de arte. Los zocos de Essaouira están repartidos a lo largo de las amplias calles azules y blancas. Vuelva sobre sus pasos hasta la Gran Mezquita: aquí comienza la calle Sidi Mohammed ben Abdallah, la principal calle comercial, con la avenida de l'Istiqlal en paralelo. En estas dos arterias que albergan talleres de artesanos y en las que, tras montones de especias y verduras, los comerciantes arengan a los transeúntes, reina un bullicio constante. Más adelante, las calles se estrechan y la cal blanca da paso al yeso ocre. Muchas fachadas conservan herrajes de estilo andaluz y portugués del siglo XVIII, y los portales de sillar están esculpidos y decorados con zelliges. Cerca de la calle Mohammed el Gorry, el callejón Siaghine alberga el zoco de los joyeros, que ha caído en desuso, pero que en su día fue uno de los lugares más famosos por sus joyeros judíos. Todavía hay algunas hermosas piezas de filigrana de oro y plata, pero los joyeros contemporáneos sólo trabajan en plata, la mayoría de las joyas provienen de otros lugares. El azar de tus pasos te hará descubrir muchas casas que han albergado páginas gloriosas de la historia mientras recuerdas que el capricho del sultán le había llevado a construir nuevas villas para los embajadores occidentales. En la esquina de la calle Mohammed Diouri, por ejemplo, se puede descubrir una hermosa villa (que antes albergaba el consulado francés) donde se detuvo Charles de Foucauld en 1884. En la misma calle, en el lugar del actual cine Sqala, se encontraba la Casa de Alemania, más estrecha y en cuyo interior el cónsul prusiano organizaba subastas de artículos estropeados. Un patrimonio arquitectónico que hay que proteger.