Guía de viaje Asilah

A sólo 40 kilómetros de Tánger, esta pequeña estación balnearia conserva intacto su encanto, con sus altas murallas, sus calles de un blanco inmaculado, su arte callejero en las paredes que dan al mar, su zoco de los jueves, su soberbio palacio árabe-andalusí, su pequeño puerto pesquero y sus relajantes playas. Su medina es una de las más bellas de Marruecos, e impecablemente limpia. Es tan tranquila que, al pasear por ella, se puede oír el sonido de las olas al entrar, tan cerca está el océano. Según algunos investigadores, la historia de Asilah se remonta a hace más de 3.600 años. Antiguamente conocida como Zilis, fue una de las ciudades cartaginesas más importantes durante el periodo tingitano mauritano, antes de ser ocupada sucesivamente por bizantinos, romanos y portugueses. Tras la islamización del país, la ciudad, entonces llamada Asilah, fue reconstruida en 844 en un territorio perteneciente a la tribu El-Ouata, gobernada por El-Kacem ben Driss Chafi. A partir de entonces, la ciudad fue objeto de sangrientos conflictos debido a su posición estratégica. Tomada sucesivamente por los ejércitos marroquí, portugués y luego español, se ha forjado una identidad propia a lo largo de los siglos. Hoy, Asilah es una tranquila ciudad de casi 32.000 habitantes, que vive de la agricultura y la pesca, donde los burros recorren la medina en lugar de los ciclomotores. Al comienzo de la avenida Mohamed V, el centro de la ciudad alberga bancos, farmacias, telestores y una hermosa iglesia blanca. La plaza Moulay Ismail está rodeada de restaurantes y hoteles, y la oficina de correos se encuentra al este de la ciudad. Asilah se llena como un huevo en verano de turistas europeos y marroquíes. La ciudad también acoge el Moussem, un festival cultural que se celebra en octubre. Asilah está bien comunicada por autobuses, trenes y taxis compartidos.