LE PETIT SOCCO
Corazón palpitante de la medina de Tánger, la plaza del Petit Socco está repleta de terrazas de cafés donde relajarse y descansar.
Corazón palpitante de la medina, el barrio del Petit Socco marca el centro del casco antiguo. Aquí es donde se contaban las últimas noticias, donde tenían lugar los espectáculos más alocados y donde se celebraban reuniones interminables en los cafés y casinos. A pesar de los numerosos cambios de la ciudad, el Petit Socco ha conservado su carácter auténtico y su aire marroquí. Los comerciantes de los alrededores se instalaban aquí para vender sus productos artesanales. Tras la marcha de los ingleses, el sultán Moulay Ismail estacionó aquí sus tropas y la plaza se convirtió en un punto de aprovisionamiento. El Petit Socco conservó su vocación original de mercado abierto protegido por las murallas de la ciudad construidas por los portugueses. Fue con el advenimiento de Moulay Hassan I cuando la plaza se modernizó definitivamente. La electricidad se instaló en 1892 y los primeros edificios se levantaron a principios del siglo XX, inaugurando el modo de vida "europeo". Poco a poco, la plaza de tierra fue sustituida por cafés, una oficina de correos y la legación española. A partir de 1910 florecieron bancos, restaurantes, casinos y salas de baile. Su atmósfera especial se alimenta de la mezcla de gente que se reúne en este teatro al aire libre. Gente de todo el mundo desembarcaba de transatlánticos o transbordadores y se reunía en el Café des Postes, el Café Central con su música y cantantes españoles, o el Café España. El Café Fuentès acogía a intelectuales y corresponsales de periódicos internacionales. Jean Genet, Tennessee Williams, Joseph Kessel y Truman Capote se reunían allí. Ian Fleming, el padre de James Bond, también era asiduo. Más tarde, Keith Richards y Patti Smith también fueron asiduos. Mohamed Choukri cuenta su vida en el corazón del Petit Socco en Le Pain nu y Le Temps des erreurs. Pero fue también gracias a las numerosas representaciones extranjeras que el barrio se convirtió en el centro neurálgico de la ciudad. Tánger se convirtió en la capital diplomática del reino cherifiano. La otra cara del Petit Socco es más oscura, y es esto lo que le ha dado el carácter mítico que le persigue hasta hoy. Al caer la noche, matones, traficantes y refugiados políticos se apoderaban poco a poco de las callejuelas. Era su patio de recreo. Hoy en día, Petit Socco es un popular punto turístico, con algunos cafés donde sentarse en la terraza y soñar despierto, imaginando todas las locas historias que una vez animaron el lugar.