PALACIO DE LA PENA - PARQUE DE LA PENA
Es el palacio que no hay que perderse en Sintra. Su aspecto excéntrico y colorido te lleva directamente a la tierra de la Cenicienta.
Situado en lo alto de una colina, este emblemático lugar albergó originalmente un monasterio del siglo XVI dedicado a Nuestra Señora de la Peña. En el siglo XIX, el rey Fernando adquirió las ruinas. Príncipe de la Casa de Sajonia-Coburgo y Gotha, Fernando se convirtió en Rey Consorte de Portugal al casarse con la Reina María II. Tras la boda, decidió transformar el monasterio en un palacio de verano para la familia real, inspirándose en los estilos románticos entonces en boga en Europa. La extravagante arquitectura del palacio combina elementos góticos, manuelinos, moriscos y renacentistas, acentuados por los colores amarillo canario y escarlata de la fachada. ¡Un auténtico castillo de cuento de hadas! Sirvió de residencia real hasta 1910, cuando el último rey de Portugal, Dom Carlos, se exilió. Entre por un largo túnel adornado con arcos apuntados hasta un patio interior donde se alza el famoso arco neogótico de Tritón, que marca la entrada al nuevo palacio, probablemente una alusión a un personaje de la epopeya de los descubrimientos de Lusiades , de Luís de Camões. En el interior del palacio, se puede visitar el claustro manuelino decorado con diferentes tipos de azulejos, el antiguo refectorio conventual convertido en comedor y los apartamentos del rey Carlos. Cada rey se ha instalado aquí a su manera, transformando el palacio a su vez. Una visita a los magníficos jardines es imprescindible. Más de 85 hectáreas de plantas raras, senderos serpenteantes, miradores y pabellones invitan a soñar despierto.
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Opiniones de los miembros sobre PALACIO DE LA PENA - PARQUE DE LA PENA
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Sur conseil d'un guide de Lisbonne, je n'ai pris le ticket que pour le parc, permettant de voir le château de l'extérieur. Et on le voit tout de même bien, car on peut monter sur les esplanades, faire le tour du chemin de ronde, visiter la chapelle ... L'intérieur n'a apparemment rien d'extraordinaire, selon différentes sources.