PARQUES DE SINTRA

Existen algunas restricciones a la circulación de vehículos privados en Sintra, con determinadas zonas restringidas a los residentes o al transporte público. Prepare con antelación cómo llegará a los lugares que desea visitar, para garantizar una visita sin prisas. En el sitio web de Parques de Sintra encontrará sugerencias sobre cómo llegar a los distintos parques y monumentos en coche, en transporte público o aprovechando las diversas rutas de senderismo disponibles, que ofrecen una inmersión inolvidable en el magnífico paisaje serrano.

El Palacio Nacional de Pena es como una joya sagrada que corona la Serra de Sintra. En el siglo XIX, fue también el motor de la transformación de este paisaje, hoy Patrimonio de la Humanidad. El inmenso parque que lo rodea, en armonía con el carácter de cuento de hadas del palacio, despierta emociones de misterio, aventura y descubrimiento en quienes aceptan la invitación a explorar sus recovecos.

Obra eterna de D. Fernando II y símbolo por excelencia del romanticismo en Portugal, Pena abre las puertas a la imaginación de todos los que lo visitan, entre los tonos coloridos del palacio y las infinitas tonalidades de verde que pintan el exótico parque que lo rodea. Este paisaje idílico, a menudo envuelto en la niebla tan característica de la Sierra de Sintra, parece sacado de un cuento de hadas, y es la materia de los sueños de cada generación que pasa y se deslumbra con él.

En el corazón del Parque da Pena se encuentra la Cabaña y Jardín de la Condesa de Edla, la cantante de ópera americana que conquistó el corazón de D. Fernando II tras la pérdida de su primera esposa, la Reina D. María II. María II.

Elise Friederike Hensler, Condesa de Edla, construyó junto a Fernando un chalet de estilo alpino en la parte occidental del Parque de la Peña, que sirvió de lugar de recreo y refugio romántico a la pareja. Está rodeado de un jardín lleno de encanto por descubrir.

Con una vista privilegiada sobre la costa atlántica, las llanuras aluviales y la Sierra de Sintra, este milenario castillo árabe de fundación musulmana ocupa, desde el siglo X, una posición estratégica fundamental en la defensa del territorio local y de los accesos marítimos a la ciudad de Lisboa.

Habitado por los moros hasta 1147, fue entregado a D. Afonso Henriques, primer rey de Portugal, tras la conquista de la ciudad de Lisboa. El barrio islámico dio paso entonces a una villa medieval, cuya ocupación duró hasta el siglo XV. Más tarde, ya en el siglo XIX, D. Fernando II recuperó la imaginería medieval de sus murallas, en consonancia con el gusto romántico de la época. La historia de los sucesivos pueblos que vivieron aquí, desde el Neolítico hasta la Edad Media, se cuenta en el Centro de Interpretación del castillo, a través de los hallazgos arqueológicos expuestos y de diversas herramientas interactivas.

En el centro de la villa de Sintra, marcando el paisaje con la silueta única de las dos chimeneas cónicas que coronan la cocina real, se alza el único palacio que ha atravesado toda la historia de Portugal.

El actual Paço de Sintra está formado por numerosos palacios reales. Es un conjunto de edificios que se han ido construyendo, añadiendo y adaptando a lo largo de los siglos, siendo la fecha de fundación del palacio más antiguo un misterio sin resolver hasta el día de hoy. Lo más probable es que el primer edificio se construyera en torno al siglo XI, cuando Sintra era territorio islámico. A finales de la Edad Media, el Paço de Sintra era el centro de un territorio administrado por las reinas de Portugal, pero también era uno de los lugares favoritos de los monarcas portugueses. El Paço de Sintra es guardián de recuerdos y testigo de acontecimientos que desempeñaron un papel decisivo en la historia de Portugal, ofreciendo un auténtico viaje en el tiempo.

Situado en el corazón de la Sierra de Sintra, el Convento dos Capuchos contrasta con los suntuosos y lujosos edificios de Sintra. Este convento franciscano destaca por su sencillez, totalmente desprovisto de lujos y comodidades.

Sus reducidas dimensiones, la notable pobreza de su construcción y su revestimiento de corcho forman parte de la mística de este monumento. Aquí, la construcción humana se funde con los elementos naturales, la vegetación circundante y las enormes rocas de granito, consideradas por los habitantes de este convento como una "construcción divina". El bosque que rodea el edificio ha sido conservado intacto por los frailes que vivieron allí, y es hoy uno de los ejemplos más notables del bosque primitivo de Sintra.

Monserrate, refugio de escritores, atrajo a muchos viajeros extranjeros, sobre todo ingleses, que ensalzaron su belleza en crónicas de viaje y grabados. Cuando Francis Cook, acaudalado industrial inglés del siglo XIX y coleccionista de arte, visitó el lugar, situado en la ladera norte de la sierra de Sintra, quedó fascinado. De esta pasión nació una obra maestra del Romanticismo: el parque y palacio de Monserrate.

Francis Cook hizo realidad su sueño transformando Monserrate en lo que hoy conocemos, con sus exuberantes jardines -que deslumbran a los visitantes con especies exóticas procedentes de los cuatro puntos cardinales- y un palacio que es una auténtica oda a la arquitectura romántica.

Situado a medio camino entre Lisboa y el centro histórico de Sintra, el Palacio Nacional de Queluz encanta a los visitantes por su majestuosidad y la exuberancia de sus detalles arquitectónicos. Íntimamente ligado a las vivencias de tres generaciones de la familia real portuguesa, y teatro de intensas emociones, el palacio refleja los cambiantes gustos y estilos de la época, del Barroco al Rococó, pasando por el Neoclasicismo.

Alrededor del palacio, los jardines escénicos invitan al visitante a revivir los días en que la corte del siglo XVIII celebraba aquí suntuosas fiestas, con recuerdos de paseos en góndola por el canal, teatro, partidas de caza, veladas musicales y literarias, bailes de máscaras, juegos y cuentos contados al aire libre. Un marco de ensueño, amenizado por cascadas y delicados juegos de agua.

Íntimamente ligada a las tradiciones y costumbres de la corte portuguesa del siglo XVIII, la Escuela Portuguesa de Arte Ecuestre ofrece una vuelta al pasado al ritmo del elegante y preciso "ballet" de los caballos pura sangre lusitanos de la Coudelaria de Alter.

Ubicada en los jardines del Palacio Nacional de Queluz, donde es posible visitar sus instalaciones para descubrir su historia y tradición, y con presentaciones regulares al público en el Picadeiro Henrique Calado, en Calçada da Ajuda (Belém), la Escuela Portuguesa de Arte Ecuestre está considerada patrimonio nacional y tiene como objetivo promover la enseñanza, la práctica y la difusión del arte ecuestre tradicional portugués, un patrimonio cultural único en el mundo.

Allá arriba, a 488 metros de altitud, el santuario de Peninha encanta con su magia y mística inquebrantables. Construida por devoción popular, la capilla de Nuestra Señora de Penha (Peninha ) obedece a una supuesta aparición de la Virgen a una pobre pastora. Este conjunto arquitectónico incluye también la centenaria ermita de San Saturnino y una enigmática residencia romántica construida en 1918 por António Augusto Carvalho Monteiro (propietario de la Quinta da Regaleira).

Lugar de culto desde la antigüedad y heredero de una larga tradición mágico-religiosa, está rodeado de leyendas que se han transmitido a través de generaciones de peregrinos.

En el punto más occidental de la Europa continental, el Cabo da Roca ofrece una vista panorámica única de la inmensidad del océano Atlántico. El imponente faro, con su torre de baldosas blancas y su balcón rojo, es uno de los más antiguos de Portugal.

En las inmediaciones del faro hay una emblemática cruz con un homenaje a Luis de Camões: "He aquí, quási cima de la cabeza, De toda Europa, el Reino Lusitano, Donde acaba la tierra y empieza el mar, Y donde Febo yace en el océano" (Las Lusíadas, Canto III, Camões). Es esta condición de finisterre, de límite del mundo conocido, la que ha hecho del Cabo da Roca un lugar sagrado y legendario que sigue asombrando a quienes lo visitan.