Guía de viaje Kébili
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Kébili, con sus 20.000 habitantes, es la capital de la región de Nefzaoua, caracterizada por sus chotes, como los de El Fedjdedj o El Jérid. Estas inmensas extensiones de agua salada, casi secas en verano, forman un paisaje predominantemente blanco, salpicado en algunos lugares por el verde de un oasis y el beige de la arena y las rocas. Si viene de Tozeur, habrá recorrido casi 100 kilómetros de belleza a través del Chott El Jérid para llegar a Kébili. La región de Nefzaoua está limitada por el Chott El Jérid al oeste, el Gran Erg Oriental al sur y la meseta del Dahar al este Como todas las ciudades de la región, Kébili debe su desarrollo a un oasis. En su día fue una importante ciudad para el comercio de esclavos desde Sudán. Esta actividad siniestra terminó en el siglo XIX, pero sigue habiendo una población africana negra relativamente grande en comparación con otras regiones del sur.La ciudad, de ambiente relativamente rural, es interesante por la yuxtaposición de sus distintos componentes: allí, una pequeña medina al borde del palmeral, aquí, un barrio que evoca la época colonial, en el centro, una avenida llena de tiendas y cafés. Sin embargo, no es realmente un lugar donde haya que detenerse, es sobre todo la gobernación de esta región y el tránsito obligado de las contrataciones o excursiones por Douz. Una parada en el Commissariat Régional du Tourisme (calle Naloute) le permitirá obtener información sobre los últimos servicios y actividades turísticas de la región, y en particular de la región de Douz, que depende administrativamente de Kébili.Los 30 kilómetros de carretera que le llevarán a Douz no dejan lugar a dudas: el Sáhara Oriental se anuncia claramente con sus vastas extensiones y sus horizontes infinitos. En este camino de arena y palmeras datileras, aún emergen los últimos mechones de matorral, pero el mar de arena está cerca, perceptible en el aire y la luz. A partir de Jemna, que parece ser la verdadera capital tunecina del dátil (las cantidades se miden en toneladas en la época de la cosecha), las puertas del desierto empiezan a abrirse de verdad. El paisaje modificado anuncia la proximidad del Gran Erg, que apunta sus primeras dunas a Douz. Desde lo alto de estas olas de arena, nos frotamos los ojos frente a un océano dorado puntuado en la distancia por la mancha rosada del djebel Tebaga
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