ISLAS KURIAT
Además de un lugar paradisíaco, las islas Kuriat son un ejemplo de colaboración entre las autoridades tunecinas y la sociedad civil. La isla está cogestionada por el Estado y la ONG Notre Grand Bleu. El objetivo es permitir la coexistencia del hombre y la naturaleza en un entorno único y especial por la presencia de las tortugas bobas.
Situada a 20 km del continente, la isla más grande, que comparte el mismo nombre que el archipiélago, ocupa unas 270 hectáreas. La más pequeña, la isla Conigliera, a 2 km, ocupa unas 70 hectáreas. Las islas son llanas y bajas: se encuentran, como máximo, a 5 metros sobre el nivel del mar. En la parte rocosa del norte de ambas islas, y a muy poca profundidad, hay formaciones de fondos de maerl consideradas muy raras y vulnerables en el contexto mediterráneo.
En la isla suelen verse señales y postes que indican nidos de tortugas. Cuando las crías de tortuga boba salen de su caparazón, los voluntarios las escoltan de vuelta al mar mientras los turistas observan asombrados. Aquí destinan todos los recursos a proteger a la tortuga boba (Caretta caretta), una especie amenazada desde hace tiempo y considerada en peligro de extinción. Estas dos islas, que están en proceso de ser clasificadas como zona marina y costera protegida, son el lugar elegido por la tortuga boba que habita más al oeste de la costa sur del Mediterráneo para poner sus huevos. Los dos islotes son muy apreciados por las tortugas bobas porque están libres de contaminación y disfrutan de una oscuridad total por la noche, que es cuando las tortugas ponen sus huevos, a diferencia de la mayor parte de la costa tunecina. Las hembras, que no son fértiles hasta que tienen unos veinte años, vuelven a desovar en el lugar donde nacieron. Pero solo una de cada mil tortugas sobrevive lo suficiente para reproducirse.
Cuenta con cabañas de sensibilización, senderos de 800 metros con carteles informativos y voluntarios durante toda la temporada estival: todo está dispuesto para proteger a las tortugas, sobre todo durante la época de la puesta de huevos. Se ha creado un trayecto para kayak: tiene 200 metros de largo y recorre los diferentes hábitats de aguas poco profundas que se encuentran en las islas Kuriat: praderas de posidonia, rocas, desniveles... A lo largo del recorrido, cinco balizas proporcionan información sobre la flora y la fauna. Cada baliza está equipada con un panel informativo subacuático que permite inmersiones didácticas en compañía de un ecoguía.
En tierra, en temporada, los voluntarios se turnan para detectar nuevas nidadas de huevos. Cuando los nidos alcanzan la madurez, al cabo de cincuenta días, los cogestores y voluntarios los vigilan antes de acompañar a las pequeñas tortugas bobas al mar, compartiendo estos momentos de asombro con los veraneantes. Las tortuguitas, de apenas 5 cm, se abren paso por la arena. Después las llevan al mar, lejos de los bañistas, y las liberan cerca de praderas submarinas de posidonia, donde pueden refugiarse y alimentarse.
Además de la rara oportunidad de ver a estas crías de tortuga, la visita a las islas Kuriat es la mejor ocasión para entender el impacto del calentamiento global y las catastróficas consecuencias del plástico, que rara vez se recicla en Túnez, para los animales marinos.
El objetivo de la ONG Notre Grand Bleu es proteger, gestionar, sensibilizar y descubrir el medio natural terrestre y marino de la bahía de Monastir y las islas Kuriat. Es todo un éxito.
¿Lo sabías? Esta reseña ha sido escrita por nuestros autores profesionales.
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