Un auténtico pueblo de cigüeñas, que eligen sus tejados para posar sus nidos cuando llega el frío europeo. Con una economía principalmente agrícola, Sejenane alberga un instituto de investigación agronómica. Pero lo que le da fama en todo Túnez es su cerámica, con sus formas y dibujos característicos, a medio camino entre el arte primitivo y las esculturas aztecas, que se vende en la carretera de Bizerte a Sejenane. Estas coloridas creaciones pueden verse en uno de sus talleres de artesanía. Los alrededores del pueblo se explotan por sus minerales. Habitado por bereberes, el pueblo habría vivido durante muchos años en autarquía...

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