MUSEO DE LA ACRÓPOLIS

En 1976 se realizó un primer concurso de arquitectura. Diez años después, Melína Merkoúri relanzó el proyecto, en el marco de su campaña para proporcionar un marco digno a los frisos del Partenón en Grecia. Cuando era embajador de Gran Bretaña en Constantinopla, Lord Elgin (1766-1841) arrancó algunos de los tesoros más bellos del Partenón, aún expuestos hasta la fecha en el British Museum, que tiene la «custodia» y sigue oponiéndose a su restitución. En el 2000, el organismo para la construcción del nuevo museo de la Acrópolis organizó una nueva licitación en el marco de la Unión Europea. Debía haberse finalizado para los Juegos Olímpicos de 2004, pero merecía la pena esperar. El nuevo museo de la Acrópolis, diseñado por el arquitecto franco-suizo Bernard Tschumi, abrió finalmente sus puertas en junio de 2009, tras varios años de obras.

Esta gigantesca estructura de cristal, acero y hormigón está en contacto visual directo con el peñón de la Acrópolis. Sus ventanales reflejan hábilmente el templo, visible casi a lo largo de toda la visita, y sobre todo desde la terraza de su magnífico café. Apenas llega, el visitante descubre, sobre pilotes y en subsuelo, restos arqueológicos de la ciudad. Las colecciones se organizan en cinco temas: las laderas de la Acrópolis, la Acrópolis arcaica, el Partenón, los demás monumentos de la Acrópolis clásica y las «otras colecciones». En todas partes el edificio también aprovecha la luz natural para realizar sus cerca de 4.000, organizadas en grandes espacios.

En la planta baja, el museo incluye una exposición de las antigüedades de la Acrópolis y de vestigios de la antigua Atenas que dan testimonio de una ocupación del lugar a partir de finales del Neolítico (hacia el 3.000 a. C.). En la primera planta hay objetos de la época arcaica y del periodo subsiguiente a la construcción del Partenón, entre los que destacan los dos leones tirando al dios Taurus y una estatua que representa a «Tritón y el monstruo de tres cuerpos».

En la segunda planta hay un centro multimedia de difusión de documentales. Cabe destacar que también se puede acceder sin entrada (y sin hacer cola si no desea ver nada más) a la gran terraza abierta hacia la Acrópolis, que alberga un agradable café restaurante bien sombreado.

En la tercera planta, la visita culmina de manera apoteósica en la sala del Partenón, diseñada para reproducir las dimensiones y la orientación del templo. Pero, sobre todo, exhibe su famoso friso, al menos lo que queda en Grecia. En origen, esta magistral composición escultórica de 160 metros de largo estaba compuesta por 115 bloques: incluía 378 figuras, humanas o divinas, y más de 200 animales (principalmente caballos). Al reconstituir el rompecabezas del friso del Partenón, el museo de la Acrópolis recuerda elegantemente que solo un tercio de los vestigios encontrados está expuesto aquí. En efecto, los dos tercios restantes, más pálidos y sobriamente sellados con las siglas «BM» («British Museum») recuerdan que lo esencial sigue estando en manos del British Museum de Londres (aunque algunos fragmentos también están diseminados por otros museos europeos, entre ellos el Louvre). Si más no, con la puesta en valor de la Acrópolis y la construcción de este suntuoso museo, los griegos esperan recuperar algún día sus frisos. Parece ser que, según un sondeo, los británicos no estarían en contra de devolverlos. Un hecho a tener en cuenta, aunque que el British Museum sigue refugiándose tras sus títulos de propiedad…