2024

PAMUKKALE Y HIERÁPOLIS

Sitio arqueológico
4.7/5
14 opiniones

Vaya por la mañana temprano antes de que lleguen los autobuses turísticos y el calor o por la tarde, cuando el atardecer adorna las rocas blancas con reflejos multicolores. Asegúrese de quitarse los zapatos antes de andar por la tierra mojada. Tenga en cuenta que está prohibido bañarse en las cuencas y mojarse los pies en los canales. Los restos están dispersados, así que cuente con tres horas si quiere verlo todo.

Termas. Abiertas todos los días de 9 a 12.30 h y de 13.30 a 18 h. Entrada de pago. El impresionante complejo de las termas atestigua la importancia que los romanos le daban al ritual de la higiene, que concernía tanto al ciudadano de a pie como a los atletas. Originalmente, las grandes salas abovedadas estaban cubiertas de mármol. Hoy albergan un museo arqueológico con algunas estatuas interesantes.

Calle porticada. Esta calle, de unos 13 m de ancho, atravesaba la ciudad con una puerta enorme en cada extremo. La parte rodeada de columnas se encuentra en el antiguo barrio comercial de Hierápolis. Termina en la puerta de Domiciano, construida en el año 82 d.C. en honor del emperador.

Teatro. Este teatro romano bien conservado con capacidad para 25.000 espectadores acoge cada verano el Festival de Arte de Pamukkale. El escenario está decorado con preciosos bajorrelieves que representan a Artemisa, Apolo y Dioniso.

Plutonio. Tras pasar por las ruinas de un templo de Apolo del siglo II, así como por el ninfeo, una fuente enorme, llegamos al plutonio. Esta famosa cueva dedicada a Plutón, el soberano de los muertos, libera un gas tóxico capaz de matar a la gente corriente, pero no a los sacerdotes eunucos. No se recomienda tentar a la suerte.

Martyrion de san Felipe. Edificio octogonal construido para conmemorar el martirio del apóstol Felipe (80 d.C.). No se sabe con seguridad si alberga la tumba del santo. Sin embargo, era aquí donde tenían lugar las grandes procesiones en el aniversario de su muerte.

Necrópolis. Sin duda, la parte más interesante de la visita, al menos para quienes no se dejen perturbar por el impresionante número de tumbas que recuerdan a una estampa apocalíptica. Muchos de los enfermos que acudían aquí con la esperanza de ser curados por las milagrosas aguas termales nunca volvieron a ver su tierra natal. Al menos, a sus familiares les quedaba el consuelo de pensar que al estar enterrados en este sitio y pudiendo comunicarse directamente a través de sus grietas con el más allá, no tendrían un viaje demasiado duro.

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