Una joya del modernismo firmada por Domènech i Montaner. Su cúpula invertida en la sala de conciertos es una maravilla ornamental
Considerado una de las obras maestras del modernismo catalán, el Palau de la Música Catalana fue construido por Domènech i Muntaner entre 1905 y 1908, por encargo del Orfeó Català, principal conjunto coral de la música catalana del siglo XX. Imbuido de un fuerte sentimiento nacionalista, el edificio presenta una espectacular fachada de ladrillo rojo y mosaicos. En la esquina del edificio, un grupo esculpido por el artista Miguel Blay rinde homenaje a la canción popular catalana. Representa a una mujer, a modo de mascarón de proa, como alegoría de la música. Está rodeada de niños, campesinos y pescadores, bajo la protección de San Jorge. En el segundo piso, admire los bustos de músicos que adornan las columnas, obra del escultor Eusebi Arnau, que representan a Palestrina, Bach, Beethoven y Wagner. La decoración interior es aún más impresionante. La sala de conciertos cuenta con una cúpula de vidrieras invertida que, como un verdadero sol, proporciona iluminación natural, hacia la que se inclinan las elaboradas lámparas de araña. Al fondo del escenario, las siluetas en mosaico de las musas, obra de Eusebi Arnau, completan este espacio sorprendente, colorista e insólito. Tendrá que descifrar los símbolos omnipresentes para comprender toda la riqueza del Palacio, verdadera ilustración de la imaginación desbordante de los artistas del Modernismo, catalogado por la UNESCO. ¡Una fantástica introducción a la obra de Lluís Domènech i Montaner!