ESFINGE

Símbolo universal del enigma existencial, la Esfinge sigue siendo uno de los misterios más fascinantes del antiguo Egipto. Para los antiguos egipcios, era «la viva imagen del faraón». 4500 años después de su construcción, apenas ha dejado rastro de los orígenes de su construcción. Tallada directamente en la roca, este monumento es un monobloque de piedra caliza. Por primera vez, el rostro de un rey (Kefrén) se colocó sobre el cuerpo de un león, símbolo de la fuerza y dios solar. Esta criatura no solo revolucionó la iconografía egipcia, sino que también transformó la tradición de los mausoleos egipcios, amplificando su influencia.

Durante su larga historia, la Esfinge ha sido restaurada y demolida varias veces. Una estela colocada entre sus patas atribuye a Tutmosis IV la construcción de un muro para protegerla de la arena. Junto a la erosión natural, fueron sobre todo los mamelucos quienes la sometieron a los peores ultrajes, llegando incluso a arrancarle la nariz durante un ejercicio de tiro de cañón. A mediados de la década de 1920 se sacó definitivamente de la arena. Su longitud total es de 57 metros y su altura, desde la parte frontal, ronda los veinte. Pero su roca, esculpida sobre una capa freática, está ahora en peligro. Esto se debe a que la sal sube a la superficie, debilitando la piedra, y la lucha por salvarla ya ha comenzado. Probablemente no estará solo frente a esta magnífica esfinge, pero tómese su tiempo para disfrutar de este monumento único