TILCARA PUCARÁ
Fortaleza restaurada, un poco más arriba en Tilcara, que alberga una pirámide que rinde homenaje al trabajo realizado por los arqueólogos
La Pucara de Tilcara, situada a 1 kilómetro del pueblo, a una media hora de camino (en la calle Padilla, cruzar el puente, el yacimiento está bien indicado) y un poco más arriba, debe su restauración al arqueólogo Ambrosseti. La pirámide que se ve desde la carretera no es la Pucara, sino un monumento al trabajo realizado por los arqueólogos. El yacimiento y su explotación científica dependen de la Universidad de Buenos Aires. Esta fortaleza restaurada es un laberinto de viviendas, pero su ubicación exacta sigue siendo incierta. Algunos creen que está en la colina de enfrente. La región está llena de yacimientos de este tipo, pero Tilcara ha sido restaurada para hacerla comprensible al ojo desprovisto de conocimientos arqueológicos, y es uno de los yacimientos más completos de la región. La amplia organización de la fortaleza es sorprendente y demuestra el alto nivel de civilización de los indios de la región. La visita se desarrolla como un viaje en el tiempo para conocer la vida de los indios antes de la llegada de los incas. De hecho, algunas de las casas de forma más cuadrada son típicas de la cultura inca, mientras que las de los indios tilcara tienen una forma más circular. El Imperio Inca impuso su organización, su lengua, el quechua, y su cultura (por ejemplo, los muertos eran enterrados en casas y no en cementerios). Los indios vivían del trueque. Y como cada pueblo estaba situado a su propia altitud, produciendo el correspondiente cultivo de cereales, el trueque se organizaba de este a oeste a lo largo de toda la Quebrada. Los españoles se limpiaron, como en el caso de Tilcara, que a su llegada estaba poblada por 5.000 habitantes, prácticamente los mismos que hoy. La colonización fue una masacre y una sucesión de maltratos. La Pucara está invadida por cardones (cactus). Una teoría entre muchas otras: los indios consumían el fruto del cactus en abundancia; sobre los excrementos acumulados el cactus echaba raíces. Conviene recordar que los cardones crecen un centímetro por año. Cuando los arqueólogos realizan sus investigaciones, empiezan por buscar sitios donde haya una alta concentración de cactus, deduciendo que hay más posibilidades de encontrar rastros de civilización. No seas como ellos y mantén los ojos en el suelo, ¡hay una gran vista de las colinas y la Quebrada desde el sitio! Hay algunos puestos de souvenirs frente al Pucara, pero no son tan interesantes como el mercado de artesanía.