LA MALDITA COLECCIÓN
Una espléndida casa histórica con un jardín con tejado de cristal, que exhibe obras de la impresionante colección Frick.
Esta casa, abierta al público en 1932, no se parece en nada a la idea de un museo tradicional. Tal vez por eso los neoyorquinos adoran la Frick Collection, el sueño hecho realidad de un magnate del acero de Pittsburgh, Henry Clay Frick (1849-1919), que quiso legar a la posteridad la imagen de un mecenas estadounidense moderno dispuesto a ofrecer fortunas por las obras de arte que deseaba adquirir a cualquier precio. Mecenas de las artes, pero también feroz antisindicalista, Frick fue responsable de la masacre de los trabajadores de Homestead Steel. Dedicó gran parte de su inmensa fortuna y 40 años de su vida a comprar las maravillas que cuelgan de las paredes de su opulenta casa, construida en 1913 en la 5ª Avenida, frente a Central Park.
Tras casi cinco años de reformas, la histórica casa que alberga The Frick Collection reabrió por fin sus puertas en la primavera de 2025. Este gigantesco proyecto, cuyo coste se estima en 220 millones de dólares, no sólo restauró las galerías históricas, sino que también abrió al público la segunda planta, que hasta entonces había sido privada. Diez nuevas habitaciones revelan los antiguos apartamentos de los Fricks, restaurados a su estado original: dormitorio, salones, biblioteca, sala de desayunos, etc. No se pierda la espléndida Sala Boucher, el tocador de Adélaide Frick, cuyos ocho paneles alegóricos de François Boucher figuran entre los tesoros de la colección.
En la planta baja se encuentran las 19 salas originales, con obras maestras de Bellini, Boucher, Bruegel, Chardin, David, Delacroix, Degas, Fragonard, Gainsborough, Goya y El Greco, Ingres, Lawrence, Lorrain, Manet, Monet, Piero della Francesca, Rembrandt, Renoir, Rubens, de La Tour, Van Dyck, Van Eyck, Velázquez, Vermeer, Tiepolo, Tiziano, Veronés, Watteau, Whistler.. En la galería oeste, que conserva su disposición emblemática, podemos admirar dos notables Turner enfrentados y, colocados uno al lado del otro, un autorretrato de Rembrandt y su enigmático Jinete polaco. También hay cuatro cuadros muy bellos del pintor estadounidense Whistler, un Bronzino asombroso, el Retrato del Aretino de Tiziano y el Retrato de Sir Thomas Moro de Holbein el Joven. En todas las salas, fíjese en los muebles de estilo francés y en las alfombras orientales, que pueden parecer parte de la decoración, pero que en realidad son obras de arte por derecho propio. Sin duda querrá sentarse en el jardín con techo de cristal, donde el murmullo de la fuente le arrullará en un apacible oasis de bellas artes.
¿Lo sabías? Esta reseña ha sido escrita por nuestros autores profesionales.
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